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En el capítulo 15 del Evangelio de San Lucas, se nos presentan tres parábolas o comparaciones que son ejemplos de la misericordia de Dios para con los hombres: el buen pastor que busca a la oveja perdida, dejando a las otras 99 en el redil hasta que encuentra a la centésima, que estaba extraviada. Aparece también la mujer que había perdido una moneda y barre incansablemente la casa hasta que la encuentra. Y se nos habla de un padre que acoge amorosamente al hijo ingrato y derrochador, a la vez que también muestra su confianza al hijo responsable que había permanecido junto a él.
Son figuras de la solicitud paterna y misericordiosa. “En las parábolas dedicadas a la misericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia… En estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón” (Papa Francisco, Bula Misericordiae vultus, n. 9).