Sencillamente la Navidad es eso, el tiempo en que nace Jesús, el tiempo en el que el Hijo de Dios, Dios mismo, decide venir a vivir la vida con nosotros. No queda solo en “aquella vez que nació”, como un hecho estático, sino que es la celebración de que vuelve a acontecer, de que no para de repetirse el milagro del nacimiento de este Niño-Dios, milagro que quiere acontecer en cada uno de nosotros.
La Navidad es Jesús naciendo también en la pobreza de nuestra condición humana, abrazando todo lo que ello implica. Así es como éste pequeño nos invita a la experiencia de amar lo que nadie parece poder amar, mediante la pequeñez de un bebé, frágil y con todo lo que este necesita. Él nos invita a transitar esta experiencia de vida que se va forjando entre alegrías y dolores, una experiencia de vida que es también la nuestra.
La Navidad celebra el misterio de la Encarnación, un misterio-regalo, en el que Dios, sin dejar de ser todo Dios, decide hacerse todo Hombre, haciéndonos potencialmente parte de ésta condición divina que Jesús trae como novedad a nuestra humanidad.
En éste pequeño está la prueba de que el ”sí” de María no fue en vano, de que esa historia de amor comenzada entre dudas y miedos tiene ahora rostro, llora, duerme y mama. Ese Niño-Dios que regala su vida a sus padres y a todos los que van a adorarlo será quien después, regalará su vida, incluso a aquellos que lo condenaron, incluso a nosotros tanto tiempo después.
Eso celebramos en Navidad, que llegó y llega el momento de que nazca el Amor, la Vida plena, el Camino de la paz y libertad. De que nazca ese Niño-Dios que se da todo para regalarnos su todo, porque Dios haciéndose Hombre y abrazando lo nuestro, nos da el regalo de que todo lo humano es también capaz de abrazar aquello que es de Dios, que no somos ajenos y que tampoco estamos lejos.
La Navidad es descubrir a ese pequeño en nuestro interior y contemplarlo, disfrutar la alegría de que somos partícipes de éste milagro de la Encarnación, la vida de Dios que viene a nosotros de la manera más simple y sencilla: a través de la fragilidad de un niño.
Comunidad del Aspirantado de las Hijas de María Auxiliadora.