Hay una forma profunda y bella de expresar nuestro movimiento vital como comunidad y como personas en las distintas celebraciones: cantando y rezando con los salmos.
Los salmos son poemas y cantos compuestos por un pueblo que reza en los diferentes momentos de su historia y con una diversidad de estados de ánimo. Tantos, que también nosotros podríamos reconocernos en muchos de ellos a la hora de rezar. Muchos de sus gritos son nuestros gritos en momentos de rabia y dolor; muchas de sus expresiones de alabanza brotan de una experiencia gozosa de Dios, parecida a la que vivimos en numerosas ocasiones; el corazón agradecido del que nacen algunos salmos no es diferente del nuestro cuando, agradecidos, oramos al Padre.
En los momentos de fiesta y de persecución, de falta de fe y de inquebrantable confianza, de fracaso y e triunfo, de pecado y de fidelidad... el pueblo de Israel ha compuesto bellísimas acciones de gracias, peticiones de perdón, relatos de las maravillas que Dios ha realizado, experiencias profundas de oración...
El hecho de que sean pura poesía hace necesario conocer el significado de muchas expresiones, los símiles y las metáforas utilizadas por los diversos autores. Además, como son cantos comunitarios, muchos de ellos se entienden únicamente si se cantan adecuadamente, dando voz diferente a cada uno de los personajes que intervienen en el canto: Dios, el pueblo, el coro, el solista. Si se mezcla todo, se hace muy difícil su comprensión y, por tanto, rezar con ellos.
Finalmente, tenemos que recordar que los salmos son también Palabra de Dios. Son cantos inspirados donde Dios revela de manera maravillosa su plan de amor y salvación. En ellos descubrimos el rostro de un Dios misericordioso, exigente en ocasiones, salvador, cercano, un Dios que habla y escucha, atento o ausente, que corrige y perdona.
En las celebraciones, por tanto, la presencia de los salmos no es para adornar o repetir un mensaje, sino que son un modo de interiorizar la Palabra, respondiendo desde nuestro interior, compartiendo el momento vital que vivieron quienes escribieron el salmo escogido.