La palabra misericordia “viene de miserere: compadecerse por un infeliz (miser, desdichado, miserable), y de cor: tener corazón por los aplastados por la vida. Y significa abrirse a sus necesidades desde las mismas entrañas”. Nuestro mundo presenta múltiples heridas, que hay que curar, como dice el papa Francisco, “como en un hospital de campaña”.
Un buen ejemplo nos lo ofreció él mismo el 18 de enero de 2015 en su viaje a Filipinas. Una niña de 12 años, Glizelle, que vivió en la calle y sufrió explotación, le dirigió entre sollozos esta tremenda pregunta, en nombre de los niños y mujeres marginados: “¿Por qué Dios permitió todo esto, si los niños no somos culpables? ¿Por qué tan poca gente nos ayuda?” Recomendamos mejor ver la impactante escena de las palabras de la niña, el abrazo con el Papa y la respuesta de éste. Esas imágenes son la misericordia en acción.