Lucas llama a Jesús el guía y el origen de la vida. ¿Qué quiere decir Lucas al nombrar a Jesús con este título magnífico? ¿Qué experiencia hay detrás de esta designación de Jesús? Jesús es para Lucas el instigador para la vida. Nos conduce a la vida, nos introduce en el arte de vivir. Nos enseña lo que quiere decir vida. Como guía, Jesús nos precede en nuestro camino.
Lucas nos cuenta en una parábola lo que él entiende cuando dice que Jesús es el instigador para la vida: "¿Qué mujer, si tiene diez monedas y se le pierde una, no enciende una lámpara, barre la casa y la busca con todo cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: iAlégrense conmigo porque he encontrado la moneda que se me había extraviado!" (Lc 15,8ss). Diez es la cifra para el todo. Si la mujer pierde una dracma, se pierde a sí misma, pierde su plenitud interior. Puede seguir funcionando, pero ha perdido el contacto con su yo-mismo. En esta mujer, Jesús nos presenta la situación de muchas personas que han perdido el contacto consigo mismas. En lo exterior, todo sigue su curso. Pero por dentro ya no están en comunión consigo mismas.
Jesús compara su propia conducta con la de la mujer que se levanta en busca de la dracma perdida. Jesús nos busca. Enciende la lámpara de su amor a fin de que tengamos valor para mirarnos a la luz de su amor. Jesús barre nuestra casa, que está llena de impurezas. Se va en busca de nosotros mismos, "con todo cuidado", como dice la parábola, hasta encontramos. Luego, celebra una fiesta con nosotros, la fiesta de la plenitud, de la humanización, la fiesta de la vida.
Jesús se muestra, en el evangelio de Lucas, de muchas maneras distintas como el que instiga a la vida, el que guía a la vida. Lo hace buscando en nosotros lo que se había perdido y devolviéndonos nuestra integridad.
Jesús, con sus palabras y con su vivir, nos anima a la vida. Precisamente con las palabras que de entrada nos suenan extrañas, Jesús nos quiere abrir los ojos para la vida auténtica. Nos abre los ojos para ver en nosotros todo aquello que se ha quedado sin vivir.
A menudo somos vividos en lugar de vivir. Jesús nos anima a vivir nuestra propia vida. Nos alienta a ir por nuestro camino personalísimo. Sólo así seremos vivientes y daremos testimonio de la vida.
Lamentablemente, muchos cristianos no consideran a Jesús como el que invita a la vida, sino más bien como el que nos tiene que proteger ante ella. Tienen miedo de la vida y de sus conflictos y se refugian en Jesús. Así traicionan a Jesús y su intención. Él está allí donde hay vida y no donde uno se refugia en reglamentos piadosos por miedo a la vida. Jesús nos instiga a arriesgar nuestra vida sin estar continuamente pendiente de la opinión de los demás.
¿Qué es lo que te invita a la vida? ¿Cuándo experimentas vitalidad?
¿Quién es capaz de animarte a la vida?
¿Tienes experiencia concreta de que Jesús es el que te da vida? O bien, ¿son otras personas, otras cosas, las que te dan vitalidad?