Todo cristiano por el hecho de serlo, tiene la misión de proclamar la buena noticia que él vive. Vivir como cristianos, es la mejor predicación y la que más convence. En cada instante estamos predicando, para bien o para mal. Hemos de preguntarnos ahora qué mensaje estamos esparciendo a nuestro alrededor, no tanto de palabra sino con nuestras obras.
(silencio)
Dios y Padre nuestro:
haznos conscientes de que para predicar tu Reino
necesitamos haberlo comprendido y experimentado antes.
Que no se trata de enseñar
sino de comunicar lo que Tú eres,
de hacer ver el amor que Tú nos tienes a todos.
Y que no hay mejor forma de agradecer lo que nos quieres
que amando y sirviendo a los demás.
Contamos con tu ayuda.
Es lo que te pedimos humildemente
en nombre de tu hijo Jesús,
nuestro guía fiel, nuestro hermano
y nuestro Señor.
Amén.
Escucharemos ahora el testimonio que los primeros seguidores de Jesús y cómo lo vivieron como una experiencia de Dios.
Entre un testimonio del evangelio y otro cantaremos
Ustedes ya conocen lo sucedido por toda la Judea, empezando por Galilea, a partir del bautismo que predicaba Juan. Cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con Espíritu Santo y poder: él pasó haciendo el bien y sanando a los poseídos del Diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y Jerusalén. Ellos le dieron muerte colgándolo de un madero.
(Hechos 10, 37-39)Apareció un hombre enviado por Dios, llamado Juan, que vino como testigo, para dar testimonio de la luz, de modo que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino un testigo de la luz. La luz verdadera que ilumina a todo hombre estaba viniendo al mundo. Éste es el testimonio de Juan, cuando los judíos le enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle quién era. Él confesó y no negó; confesó que no era el Mesías. Le preguntaron: –Entonces, ¿eres Elías? Respondió: –No lo soy. –¿Eres el profeta? Respondió: –No. Le dijeron: –¿Quién eres? Tenemos que llevar una respuesta a quienes nos enviaron; ¿qué dices de ti? Respondió: –Yo soy la voz del que grita en el desierto: Enderecen el camino del Señor, según dice el profeta Isaías. Algunos de los enviados eran fariseos y volvieron a preguntarle: –Si no eres el Mesías ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas? Juan les respondió: –Yo bautizo con agua. Entre ustedes hay alguien a quien no conocen, que viene detrás de mí; y yo no soy digno de soltarle la correa de su sandalia. Esto sucedía en Betania, junto al Jordán, donde Juan bautizaba.
<i><p>Juan 1, 6-9. 19-28</p></i>
El cristiano, vaya a donde vaya, tiene que llevar la paz, armonía, comprensión, amor…
Llevar este mensaje es proporcionar esos medios que hacen al hombre sentirse a gusto e invitado a humanizar su entorno. Significa no ser causa de tensiones externas ni internas.
El que va a proclamar el Reino de Dios, tiene que manifestar que pertenece a ese Reino. Tiene que responder a las necesidades del otro, estar dispuesto al servicio en todo momento. No debe exigir absolutamente nada, ni siquiera la adhesión. Lo acepten o no los demás, de todos modos sepan que el Reino de Dios está cerca.
(silencio)Elegidos como profetas por nuestro bautismo, tenemos el deber de ser testigos alegres de Jesús, en lo cotidiano de nuestra existencia. Si bien ahora haremos un propósito para dar testimonio especial y explícito de Jesús en esta semana, es una tarea para todo el mes, para todo el año, para toda la vida. ¿Qué aspecto de mi relación con Jesús quiero contar y contagiar a los demás?
(puede hacerse en voz alta, escrito en un papel, o de algún otro modo)
Señor y Dios nuestro,
infúndenos tu Espíritu y haznos profetas tuyos,
no solo de palabra,
sino con hechos que hablen de Ti.
Queremos vivir como tu hijo Jesús nos enseñó,
queremos seguir sus pasos de vida.
Nuestra ambición es la llevar a término
la obra de reconstrucción de este mundo que él empezó.
Haz que el testimonio de Jesús nos ilumine
y guíe a todos los que componemos su Iglesia
y a todo ser humano.
Gracias, Padre, por cuantos a lo largo de la historia,
han dado testimonio de Ti y nos llenan de esperanza.
Uniendo nuestras voces a las de todos ellos,
y en presencia de tu hijo Jesús,
bendecimos tu nombre.
Amén.