Somos gente de fiesta
julio 24, 2018Los principios pedagógicos del Sistema Preventivo
septiembre 8, 2018
¿Qué claves debemos de tener en cuenta al preparar una actividad solidaria, para que esta sea un apostolado?
Claves metodológicas para un servicio apostólico
Conocer las propias cualidades, conocer cómo actuamos con los demás.
Un básico autoconocimiento y aceptación de las propias cualidades es necesario para disponerse al encuentro solidario en bien de otras personas. También la propia experiencia de encuentro oblativo continuará aportando crecimiento en el proceso de autoconocimiento y aceptación personal.
Conocer a los destinatarios de mi actividad.
Estar atento a la realidad, interpretándola y descubriendo sus aspectos positivos y las necesidades de quienes interpelan la propia vida de quién está inquieto por responder generosamente, centrándose en la persona de quien se entra en contacto. En esta dinámica descubrimos la voluntad de Dios que se manifiesta en este encuentro entre el destinatario y el “apóstol”, dejando abrir su corazón de cara a la realidad que estimula la dinámica solidaría de su ser: salir de sí mismo hacía un “otro” que lo está sensibilizando.
Con realismo, buscar actividades lo más adecuadas posibles a todos.
A partir de las cualidades y también de las limitaciones de quienes se disponen a realizar una actividad apostólica, buscar las formas más adecuadas de llegar a responder a lo que verdaderamente está necesitando el destinatario.
Considerar otras personas u otras experiencias similares para aprender de ellas.
Otras personas que ya han transitado su vida apostólica o que en este momento lo están haciendo, pueden ser modelos a imitar desde las propias características de cada uno. Para nosotros salesianos, la vida de Don Bosco llega a encender tanto nuestra existencia, movilizando una imitación actualizada de su proceder, hasta llegar para la mayoría, a forjar un proyecto de vida.
También existen personas referentes cercanas al diario vivir de un joven, (animadores, catequistas, religiosos/as, familiares, amigos, etc) que por su forma comprometida y entusiasta de vivir la fe, despierta en él la inquietud de caminar por el mismo sendero.
Tener en cuenta la mayor cantidad posible de factores importantes para el buen desarrollo de la experiencia.
Una actividad apostólica merece ser efectivamente preparada para que el objetivo a lograr para otros, sea desarrollado de la mejor manera posible, en bien de quien será su destinatario final.
Muchos y diversos factores debemos de tener en cuenta para que todo sea contemplado en su justa eficiencia. El que recibe el producto merece que la ofrenda recibida sea lo mejor que esté al alcance del que lo ofrece.
Disponerse con humildad para aprender de los demás y de uno mismo.
La persona que comienza un apostolado para que esta sea verdaderamente una tarea apostólica, debe de vivir y desarrollar una actitud de humildad tal, que reconociendo sus propias limitaciones confíe en la riqueza de su mensaje, en lo que la otra persona puede llegar a enseñarle y hasta regalarle a su propia vida.
En toda actividad apostólica “lo esencial es invisible a los ojos”
La fe en Cristo que puede llegar a vivir una persona, es lo que hace a al “ser” de un apóstol. Es el aspecto central, que por más identificado esté con su interioridad, esta permea todas las dimensiones de su vida.
Esta forma de encarar la tarea de servicio desde la fe en Cristo, contrasta con cualquier otra actividad por más solidaria que sea, porque donde lo que se mueve es El Espíritu y donde no se plantea el “negocio” del dar – recibir, sino que el dar es de una sola flecha, y la satisfacción es el ir perdiendo pedazos de uno mismo con la alegría de ver en el otro la satisfacción de la reparación del trozo dañado con el “cacho de carne” del dador.