Si Jesús verdaderamente resucitó, tenemos la responsabilidad de escribir y pronunciar con nuestras vidas las palabras que provienen de escuchar esa Palabra que nos ha sido transmitida.
Cada uno de quienes vieron a Jesús resucitado no pudo si no contarlo a los demás, a su comunidad. La comunidad con sus debilidades y negatividad, la comunidad con sus divisiones, la comunidad con su falta de fe y confianza, la comunidad, por lo tanto, en su realidad concreta, pero que es y sigue siendo un lugar de posible experiencia de resurrección, del perdón, de reconciliación, o de la transformación de nuestras barreras en puertas abiertas que invitan a cruzarse.
Hoy somos nosotros los custodios y testigos del anuncio, de la vida que nos inunda y permanece en nosotros y entre nosotros.
Te invitamos a conocer a algunos de los testigos de la Resurección de Jesús, de lo que significó en sus existencias, como fuente de inspiración para nuestra vida cotidiana.