Además convendrá ubicar alguna imagen de María en un lugar destacado (si el lugar lo permite, puede proyectarse distintas imágenes de María).
Esta celebración puede ser el punto de partida de una celebración de la reconciliación, o simplemente un encuentro de oración y preparación personal para vivir de la mejor manera el adviento
Nadie mejor que María puede saber lo que significa esperar la venida de Jesús. Nueve meses de esperanza, gestando vida en la espera paciente y humilde.
Ese tiempo de preparación de María es para nosotros un preciso testimonio a imitar en nuestro camino de adviento. Su APERTURA a Dios, la puesta en MARCHA cuando la necesitan y su alegre ESPERA del nacimiento de su Hijo serán las actitudes que nos animen a vivir un nuevo adviento.
(silencio)
Cantamos: "Junto a ti María"
En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin». María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?». El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios». María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho». Y el Ángel se alejó.
Lc 1,26-38
Dios se acerca silencioso a tu vida y susurra para ti un nombre nuevo: ábrele la puerta del corazón. Quiere hacerte partícipe de su Proyecto Salvador: abre tus oídos y escucha las señales, ponte en "onda" de amor.
Dios cuenta siempre con tu respuesta libre, la espera con callado amor, fíate de su Palabra. Dile: Aquí estoy. ¡Hágase tu voluntad!
Deja que el Espíritu Santo te inunde, siempre trae vida y esperanza al mundo. Siéntete pobre, como María, así podrá hacer Dios en ti algo nuevo.
Da la mano a tantos hombres y mujeres que en el mundo de hoy hacen posible el nuevo adviento de Dios. Descubre a tu alrededor a las hermanas y hermanos, que habitados por el Espíritu, abren caminos de salvación, de paz y justicia entre los pueblos. Da gracias al Dios de la vida por todos ellos.
Silencio… (con música de fondo)
Rezamos un Ave María
Cantamos: "el Alfarero"
En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».
Lc 1,39-46
Hay un camino que va del corazón al corazón. Muchos seres humanos lo evitan, piensan que es arriesgado y peligroso. María no temía el viaje. Los sonidos de sus pasos, en el silencio del paisaje, se acompasaban con la melodía de Dios. Jesús ya cantaba en el vientre de su madre la belleza del mundo. Su prima le espera al otro lado del horizonte para gozar de la dicha de un cómplice. Tienen que hablar de su estado de buena esperanza. Dos mujeres, con ese toque de nostalgia de sus ojos de gestantes. Dos mujeres y una promesa convertida en realidad.
Hay un camino que va de los ojos de Dios a los ojos de los hombres. María es quien lo abre para que él pase a nuestro lado. Su equipaje, son las provisiones del amor: la delicadeza, el cuidado, la atención y el cariño. María es la mujer de Dios, que a Dios lleva y a Dios trae. Hay un camino de un ser humano a otro por el que Dios ya transita.
Se leen despacio las siguientes frases, motivando la meditación personal
PREPARAR EL CAMINO…
ENDEREZAR LOS SENDEROS…
CAMINAR JUNTO A QUIEN LO NECESITA…
PONERSE EN MARCHA…
¿Qué es lo que en este tiempo de Adviento te sugiere el testimonio de María?
Silencio… (con música de fondo)
Rezamos un Ave María
María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre». María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Lc 1,47-56
Silencio… (con música de fondo)
Oraciones personales: puede darse un espacio para hacer oraciones.
Cantamos el Magnificat
La apertura a Dios que llega a nosotros, el camino que ha de prepararse, la esperanza de una hermosa novedad… tenemos un plan para vivir el adviento. Ojalá estemos atentos y nos demos la oportunidad de acercarnos más a Jesús en este tiempo tan intenso, pero que puede pasar un poco desapercibido.
Porque creíste en la Palabra del Señor,
Porque esperaste en sus promesas,
Porque fuiste perfecta en el amor.
Por tu caridad premurosa con Isabel,
Por tu bondad materna en Belén,
Por tu perseverancia en la búsqueda de Jesús en el templo,
Por tu vida sencilla en Nazaret,
Por tu intercesión en Caná,
Por tu presencia maternal junto a la Cruz,
Por tu fidelidad en la espera de la Resurrección,
Por tu oración asidua en Pentecostés.
Por tu maternal protección sobre la Iglesia,
Por tu constante intercesión por toda la humanidad.