Comenzamos cantando para luego rezar juntos con la oración propuesta.
Queremos estar atentos a lo que Dios Padre nos dice...
Escuchamos su Palabra respondiendo con nuestro silencio, nuestro canto, nuestra oración.
Lo que realizo no lo entiendo, porque no hago lo que quiero, sino que hago lo que detesto. Pero si hago lo que no quiero, con eso reconozco que la ley es excelente. Ahora bien, no soy yo quien hace eso, sino el pecado que habita en mí. Sé que nada bueno hay en mí, es decir, en mis bajos instintos. El deseo de hacer el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo. No hago el bien que quiero, sino que practico el mal que no quiero. Pero si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo ejecuta, sino el pecado que habita en mí.
Y me encuentro con esta fatalidad: que deseando hacer el bien, se me pone al alcance el mal. En mi interior me agrada la ley de Dios, en mis miembros descubro otra ley que lucha con la ley de la razón y me hace prisionero de la ley del pecado que habita en mis miembros. ¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de esta condición mortal? ¡Gracias a Dios por Jesucristo Señor nuestro! En resumen, con la razón yo sirvo a la ley de Dios, con mis bajos instintos a la ley del pecado.
Romanos 7,15-25
Puede intercalarse un canto a elección
Jesús, movido por el Espíritu, se retiró al desierto para ser tentado por el Diablo. Hizo un ayuno de cuarenta días con sus noches y al final sintió hambre.
Se acercó el Tentador y le dijo:
–Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
Él contestó:
–Está escrito:
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Luego el Diablo se lo llevó a la Ciudad Santa, lo colocó en la parte más alta del templo y le dijo:
–Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, pues está escrito:
Ha dado órdenes a sus ángeles sobre ti; te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece en la piedra.
Jesús respondió:
–También está escrito: No pondrás a prueba al Señor, tu Dios.
De nuevo se lo llevó el Diablo a una montaña altísima y le mostró todos los reinos del mundo en su esplendor, y le dijo:
–Todo esto te lo daré si te postras para adorarme. Entonces Jesús le replicó:
–¡Aléjate, Satanás! Que está escrito:
Al Señor tu Dios adorarás, a él sólo darás culto. De inmediato lo dejó el Diablo y unos ángeles vinieron a servirle.
Mateo 4,1-11
Se propone un tiempo para compartir lo que nos ha dejado la Palabra, lo que nos invita a rezar y contemplar. Algunos puntos de reflexión (que más que leerse pueden servir al animador para motivar el compartir):
1. Jesús se retiró seguramente muchísimas veces al desierto para orar. En esta ocasión se trata de plantear en Jesús la disyuntiva que se le presenta a todo ser humano en cuanto afronta en serio su vida.
2. A pesar de la manera de proponerlas, no se trata de una elección entre el bien y el mal. Ese dilema no es real porque el mal no puede mover la voluntad. Se trata de una lucha entre el bien auténtico y un bien engañoso, que en el fondo es un mal.
3. Dejemos tiempo de ecos, acción de gracias y súplicas.
(silencio)