Manos vacías, eso es lo que espera en mí él me ha mandado dejarlo todo a sus pies hasta que no tenga nada en mi poder para que él pueda llenar mi vida hasta rebosar.
A veces te pregunto ¿por qué yo?
Y sólo me respondes: porque quiero
Es un misterio grande que nos llames
Así tal como somos a tu encuentro.
Entonces redescubro una verdad
Mi vida nuestra vida es un tesoro
Se trata entonces sólo de ofrecerte
Con todo nuestro amor esto que somos.
¿Qué te daré? ¿Qué te daremos?
Si todo, todo es tu regalo
Te ofreceré, te ofreceremos
Esto que somos, esto que soy eso te doy.
Esto que soy y esto es lo que te doy
esto que somos y es lo que te damos
tú no desprecias nuestra vida humilde
se trata de poner todo en tus manos.
Aquí van mis trabajos y mi fe,
mis mates, mis bajones y mis sueños
y todas las personas que me diste
desde mi corazón te las ofrezco.
Vi tanta gente un domingo de sol.
Me conmovió el latir de tantas vidas...
y adiviné tu brazo gigantesco
y sé que sus historias recibías.
Por eso tu altar luce vino y pan:
son signo y homenaje de la vida.
Misterio de ofrecerte y recibirnos,
humanidad que Cristo diviniza
Se irán proclamando algunos versículos de la Palabra, dejando un breve silencio para luego leer una corta meditación
«Escucha al pobre con atención, responde a su saludo amablemente»
(Eclesiástico 4, 8)
Tú escuchas las necesidades, los dolores, los gritos, las inquietudes, los miedos, las ilusiones...
Enséñame a escuchar a quien está cerca de mí: a mis amigos, mi familia, mis conocidos. Enséñame a atender a sus palabras, incluso cuando no las pronuncien. Y dame inquietud para atender también a las voces lejanas, esas que llegan tapadas por rumores inextinguibles
«Tiende también tu mano al pobre, para que tu bendición sea completa»
(Eclesiástico 7, 32)
Dar limosna sigue al compartir.
Tú eres un Dios que das. Das palabra de esperanza. Das a tu Hijo como promesa. Das perdón. Das vida. Das futuro. Enséñame a dar: dar tiempo a quien está solo, palabras a quien se siente aislado, alegría al triste. Entregar mi esfuerzo al golpeado. Mi fortaleza al débil. Compartir mi riqueza con el pobre, mi fe con quien duda, y mi duda con quien se encierra en falsas seguridades.
Enséñame, Señor, a descubrir las necesidades de los otros y a convertirlas en mi prioridad.
«El espíritu generoso prosperará, el que da de beber también será saciado»
(Proverbios 11,25)
Dar limosna es ser feliz y libre.
De alguna manera intuyo que la libertad es encontrarte a ti. Es descubrir que tú eres la perla preciosa. Que tu evangelio es una joya, y tu palabra una fuente de sabiduría.
Ayúdame, Señor, a dar, a darme, a descubrir en ti la fuente de la alegría profunda, y a descubrir en los otros un motivo de dicha... Ayúdame
Luego de proclamadas las lecturas se canta varias veces el estribillo de Taizè: En nuestra oscuridad...
Para finalizar se reza en uno o dos coros la siguiente oración
Nací para servirte:
esa es mi lucha y mi gloria .
Si mi felicidad de ti no viene,
no aguardo bienestar sobre esta tierra.
No sirvo a los señores de este mundo,
que pagan con honores y riquezas.
Te sirvo a ti, Señor de lo escondido,
que en lo secreto premias.
Te sirvo a ti, que en el amor has puesto
tu ley y tu presencia.
Y ya servirte, oh Dios, es en mi vida
una siembra, una entrega
en la que el hombre sale de sí mismo
y en ti mismo se encuentra.
Sé Tú, Señor, el campo donde el grano
de mi vida se entierre y dé cosecha.
Nací para servirte:
esa es mi lucha y mi gloria .