Normalmente no debemos esperar la intervención sobrenatural de Dios para solucionar nuestros problemas. Somos nosotros mismos los que debemos ingeniárnosla y solucionar la tragedia de hambre que sufren millones de personas en todo el mundo. El pasaje de la multiplicación de los panes nos enseña que después de un día con Jesús, aquella gente fue capaz de compartir lo que tenían. Nosotros, después de años y años junto a Jesús, ¿qué somos capaces de compartir?
(silencio)Comenzamos rezando juntos la oración propuesta y luego escuchamos la canción "Dios de la tierra"
Dios y Señor nuestro:
te damos gracias por tantas cosas de las que disfrutamos,
aunque sabemos que hemos de compartirlas
con quienes carecen de todo.
Queremos ser de verdad generosos y desprendidos
y colaborar activamente con el bien.
Es lo que te pedimos humildemente en nombre de Jesucristo,
tu hijo, nuestro guía y hermano.
Amén.
La letra se puede encontrar aquí
Queremos estar atentos a lo que Dios Padre nos dice...
Escuchamos su Palabra respondiendo con nuestro silencio, nuestro canto, nuestra oración.
Al desembarcar, vio un gran gentío y sintió lástima, porque eran como ovejas sin pastor.
Y se puso a enseñarles muchas cosas. Como se hacía tarde, los discípulos fueron a decirle:
–El lugar es despoblado y ya es muy tarde; despídelos para que vayan a los campos y a los pueblos vecinos a comprar algo para comer.
Él les respondió:
–Denle ustedes de comer.
Ellos respondieron:
–Tendríamos que comprar pan por doscientos denarios para darles de comer. Les contestó:
–¿Cuántos panes tienen? Vayan a ver.
Lo averiguaron y le dijeron:
–Cinco panes y dos pescados. Ordenó que los hicieran recostarse en grupos sobre la hierba verde. Se sentaron en grupos de cien y de cincuenta. Tomó los cinco panes y los dos pescados, alzó la vista al cielo, bendijo los panes y los partió y se los fue dando a los discípulos para que los sirvieran; y repartió los pescados entre todos. Comieron todos y quedaron satisfechos. Recogieron las sobras de los panes y los pescados y llenaron doce canastas. Los que comieron eran cinco mil hombres.
Lucas 9, 57-58
Se propone un tiempo para compartir lo que nos ha dejado la Palabra, lo que nos invita a rezar y contemplar. Algunos puntos de reflexión (que más que leerse pueden servir al animador para motivar el compartir):
1. Si de nuestra relación con Dios no se desprende la exigencia de compartir lo que tenemos para saciar las necesidades de los otros, podemos estar seguros de que nuestra espiritualidad es falsa. Si no veo a Dios en el que muere de hambre, mi dios es un ídolo que yo me he fabricado.
2. Jesús primero siente compasión de la gente, y después invita a compartir. No pidió a Dios que solucionara el problema, sino a sus discípulos.
3. El pan que verdaderamente alimenta no es el pan que se come, sino el pan que se da.
4. Dejemos tiempo de ecos, acción de gracias y súplicas.
(silencio)
Creo en Jesucristo, el Señor,
revelación de Dios y del sentido de la vida.
Creo en Jesús, el hombre lleno del Espíritu,
Morada de Dios entre los hombres.
Creo en el Espíritu de Jesús,
el Espíritu de Dios que en Jesús se hizo visible,
Espíritu que nos hace clamar: Abba, Padre.
Creo en la Iglesia,
Comunidad de los que creen en Jesús,
que vive de su mismo Espíritu.
Acepto la vida como misión recibida de Jesús,
Para que todos los hombres le conozcan y salven su vida.
Espero mi plenitud, y la de todas las cosas, en Él.