Don Bosco logró consolidar un modelo original de Oratorio en Valdocco, casa de comunidad original y espacio pastoral conocido, extenso, abierto… En aquella comunidad se elaboraba una nueva cultura, nuevas relaciones entre jóvenes y educadores que repercutían en el contexto del barrio y de la ciudad. Aquella experiencia es el modelo y criterio permanente de todas las actividades salesianas.
¿Qué hacía Don Bosco? Trabajaba con los muchachos que vivían allí sin trabajo, sin estudios, en la calle. Don Bosco no decía grandes cosas; organizaba modestas escuelas para enseñar oficios.
En búsqueda de dar respuestas actualizadas a las necesidades juveniles, el Oratorio María Auxiliadora de La Teja comenzó a pensar un rediseño de uno de los momentos centrales del oratorio: el espacio de encuentro grupal. Este momento, donde se trabajan valores humanos y el crecimiento en la fe, se convierte en un espacio de Talleres que responden a los gustos e inclinaciones de los chicos para, a partir de esas actividades, aprender a convivir y para evangelizar. La división no será ya por grupos de edades sino por talleres temáticos.
- Que los niños y adolescentes descubran paulatinamente actividades que les agradan, a partir de las cuales descubren sus habilidades para realizarlas;
- acompañarlos en un camino de valoración de sí mismos para que crezcan en la estima de sí mismos;
- fomentar el “humus” de la personalidad de los chicos con actividades en las que ellos se sientan “hacedores”, con las que aprenden haciendo bien las cosas.
La elección personal del taller no es de acuerdo a la edad sino a los intereses de los oratorianos; participan niños de 7 a 14 años en un mismo taller.
Debe haber variedad de propuestas, al menos tres talleres distintos y que cubran un espectro amplio de intereses.
Los Talleres deben tener una modalidad muy participativa, en los cuales se ponga en juego la capacidad de “hacer”, de construir objetos o experiencias concretas.
Capacidad y gusto de los animadores para llevarlos adelante.
La duración de cada taller es semestral o anual, y se finaliza con una Muestra, donde se invita a los padres para que vean lo que los hijos han realizado.
En el caso de los más chiquitos (de 4 a 6 años) el Taller está enfocado en la estimulación: letras, números, colores, movimiento espacial, percepción, etc.
Hay un período de prueba durante el cual los chicos pueden conocer las distintas propuestas. Este período dura unos tres encuentros. Luego de este definitivamente deben optar y quedarse en uno. Posteriormente no pueden cambiarse de taller.
Se pasa la lista de los participantes cada sábado. No pueden ingresar niños al Oratorio durante el año, salvo en un período excepcional que se habilita a mitad de año.
La elección de los Talleres que se van a realizar en el año es consensuada de acuerdo a las aptitudes y habilidades presentes en el equipo. Luego cada uno se ubica en el taller que mejor puede trabajar.
Los animadores:
“Mediante el disfrute de actividades recreativas y de reflexión, se acompaña a los chicos en la búsqueda de sentidos en sus vidas”. Esta es la finalidad del Oratorio salesiano en Uruguay. Los sentidos en sus vidas vendrán sugeridos y animados desde el encuentro con Jesús amigo, hijo del Padre creador y providente.
La intencionalidad de este trabajo en Talleres es acercar al encuentro con Jesús y su propuesta de vida desde lo que viven cotidianamente los chicos, aportar una mirada de fe a la vida y hechos concretos. Por tanto, no se pretende “trasmitir la fe” como una doctrina teórica, sino resignificar sus experiencias de creatividad, elaboración y colaboración para encontrar las “semillas del Reino” presentes en cada uno y en cada historia.
Esta dinámica de evangelización no posee una temática secuencialmente armada, sino que parte de las experiencias que ofrece y posibilita cada taller. Se convierte así en un desafío permanente para los animadores, ya que han de buscar con creatividad un mensaje a partir de la actividad que están proponiendo a los oratorianos.
«Un hombre de familia noble fue a un país lejano... Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: “Háganlas producir hasta que yo vuelva”.
Al regresar hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y le dijo: “Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más”. “Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades".
La parábola de los talentos (Lucas 19, 11-27) es la inspiradora de esta forma de trabajo.
Algunas preguntas que surgen a partir de la parábola y que ayudan a diseñar esta dinámica son:
1. ¿Qué talentos y dones de Dios hay en nuestros gurises?
2. ¿Qué miedos que no los dejan dar lo mejor de sí mismos?
3. ¿Qué descubrimos en los gurises y en los otros animadores que son motivo de confianza y debemos agradecer?
4. ¿Qué les dice Jesús respecto a estos dones?
5. ¿Qué novedad se integrará a la planificación de los talleres para que los chicos sigan descubriendo que Dios los ama?
• El sentido de unidad de los participantes del grupo fruto de un tema de interés común
• El sentido de pertenencia que genera un grupo con objetivos bien definidos y con un proyecto a desarrollar.
• La actitud que los más grandes adoptan ante sus compañeros más pequeños, de cuidado y animación.
• La oportunidad de conocer muy bien a los niños y adolescentes, fruto de un trabajo más personalizado.
• Al tener un mayor desafío educativo y pastoral por parte de los animadores, exige más preparación y participación, lo que redunda en una propuesta que gusta y logra involucrar a los niños.