"Como acompañante, ha significado un desafío a recomponer, lo que en el acompañamiento convencional - presencial, supone la presencia física y el contacto real.
Esta modalidad alternativa de acompañamiento permite advertir y situarnos en la comunión con el otro. Nos sitúa en lo esencial, que sin negar la originalidad de la presencia física, es el corazón del acompañamiento, y hacia allí debería conducirnos esta. O sea, es posible mantener lo esencial de la experiencia.
La clave sigue siendo el empatizar, el contactar, por la escucha y la atención al otro y a Dios, en su experiencia. Cambian los medios, los modos, pero la clave sigue siendo esa y permite que la persona esté más situada, al estar desde su lugar".
"Me han pedido compartiera como me he sentido en el acompañamiento online. Me he sentido cómoda, a gusto y reconociendo que Dios abre caminos de cualquier manera...y que esta propuesta trascendió fronteras. Y qué decir, muy agradecida de poder salir al encuentro. Si fue necesario vencer la “rareza” inicial de comenzar a conocer a alguien por este medio y de acompañarla siempre por la pantalla. Debo decir que lo he hecho con otras personas pero todo inició “cara a cara” primero y después por mis cambios como religiosa han tenido que ser de ese modo.
Otro aspecto es aprender a convivir con los cortes de señal, las reconexiones. Un aspecto a tener en cuenta en este tipo de acompañamiento online, es que requiere ir más despacio, con delicadeza y prudencia en el sentido de que no conoces a la persona, y no tenes como saber cómo se queda después de cada acompañamiento, es más exigente en ese aspecto."
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