Cantemos con entusiasmo al Señor un canto de alegría.
Que resuene su alabanza hasta los confines de la tierra.
Que los hijos de Dios se alegren por su Creador y Redentor
Alabémoslo con música y baile,
al son de guitarras y tamboriles
porque el Señor ama a su pueblo elegido, la Iglesia,
porque la ayuda, sostiene, guía, fortalece
con el vigor impresionante de su amor infinito,
y la renueva como la naturaleza que renace en cada primavera
Demos vítores, gritemos con fuerza,
aplaudamos a ritmo,
dancemos con entusiasmo,
porque el empuje y la fuerza de nuestro Dios
excede todo lo imaginable,
es irresistible
y empuja la historia por los caminos del bien
desde los recónditos y oscuros senderos que transitamos
hasta los más grandes anhelos de transformación y de cambio.
¡Es un honor para nosotros sus hijos
soñar y transformar la historia
con la fuerza incontenible de nuestro Dios!
Los rociaré con agua pura, y ustedes quedarán purificados. Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos. Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes. Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios.
Ez. 36, 25-27 y 28b
Te invito a mirar lo que vayas a realizar hoy.
Pídele al Espíritu Santo que te ilumine y guíe en cada en cada una de tus actividades.
Y que María te acompañe.
Nuestra oración hoy quiere alabarte, Señor,
porque nosotros, tus hijos soñados y creados por ti,
conocemos las obras maravillosas que has hecho en el universo
y en nosotros.
Reconocemos el infinito poder en todo lo que has hecho,
y tu sabiduría que supera toda imaginación.
Y si es cierto Señor que los que te buscan, te encuentran,
nosotros te encontramos en las circunstancias de cada día.
Y porque te encontramos: te alabamos y te invocamos.
Te invocamos con nuestra fe agradecida
porque nos has elegido y amado,
felices de que Tú seas un Dios
lleno de ternura y compasión,
lleno de amor y de piedad para con nosotros.
Tú, Señor, nos has hecho para Ti
y nuestro corazón no hallará su plena felicidad,
mientras no descanse definitivamente en Ti.
Deseamos que cada día estés más fuertemente presente en nosotros,
que podamos sentirte cada vez más profundamente,
que podamos amarte cada vez más intensamente,
a través de nuestras oraciones y acciones,
de nuestro pensar y sentir,
de nuestro actuar y vivir. Amén
(Adaptación de una oración de San Agustín)