No todos los árboles se podan igual, porque en cada árbol las ramas que dan frutos son distintas. Por tanto hay que conocer el árbol para saber qué hay que podar. Hay árboles que necesitan poda muy ligera. Otros, para dar fruto, precisan de podas muy severas. Precisan una época para ser podados, unos en otoño, otros en verano.
Se presenta un cartel con un texto como el que sigue:
En silencio se deja tiempo para leerlo y meditarlo.
Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador.
Él corta los sarmientos que en mí no dan fruto; los que dan fruto los poda, para que den aún más.
Ustedes ya están limpios por la palabra que les he anunciado.
Permanezcan en mí como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto por sí solo, si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos: quien permanece en mí y yo en él dará mucho fruto; porque separados de mí no pueden hacer nada.
Si uno no permanece en mí, lo tirarán afuera como el sarmiento y se secará: los toman, los echan al fuego y se queman.
(Jn 15, 1-6)
Tres criterios son básicos en la poda, y se pueden aplicar a todos los árboles:
- en la poda quitamos las ramas secas, ramas que ya han dado su fruto y no lo vuelven a dar.
- quitamos las ramas que consumen mucha savia y nunca darán fruto,
- y podamos aclarando, buscando que entre luz para que favorezca un mejor desarrollo del fruto.
Recemos al Padre, confiando nuestras podas a su mano experta, cantando:
El animador invita a la reflexión...
Ahora, en este momento de mi vida, yo también necesito una poda que me ayude a formar, que me dé una forma nueva, que me estructure, y me permita estar abierto a recibir la mayor luz posible.
Y luego invita a expresar en una palabra las necesidades de poda personal…
Después de un momento de compartir la oración se reza en dos coros:
Si puedo hacer, hoy, alguna cosa,
si puedo realizar algún servicio,
si puedo decir algo bien dicho,
dime cómo hacerlo, Señor.
Si puedo arreglar un fallo humano,
si puedo dar fuerzas a mi prójimo,
si puedo alegrarlo con mi canto,
dime cómo hacerlo, Señor.
Si puedo escuchar al que está solo,
si puedo aliviar alguna carga,
si puedo irradiar más alegría,
dime cómo hacerlo, Señor