Ante todo recomiendo que se ofrezcan súplicas, peticiones, intercesiones y acciones de gracias por todas las personas, especialmente por los soberanos y autoridades, para que podamos vivir tranquilos y serenos con toda piedad y dignidad. Eso es bueno y aceptable para Dios nuestro salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen a conocer la verdad.
1 Timoteo 2,1-4
Entrar en la dinámica del discernimiento personal y comunitario en la vida social y política, con elementos sólidos del Evangelio y de la enseñanza cristiana.
El siguiente video será un punto de partida.
Luego de verlo se presentará la pregunta: ¿Al César lo que es del César?
¿Qué significa?
¿Por qué la habrá dicho Jesús en su momento?
Se invita a reconocer y anotar distintas experiencias de participación en la búsqueda del bien común (¿se participa de alguna manera?). En cada una de ellas se buscará cuál puede ser la motivación
¿Cuáles son los los principios personales que nos animan a participar en la búsqueda de ese bien común?
¿Cuáles consideramos que son las instancias más privilegiadas para hacerlo?
Para muchos hoy la palabra «política» es sinónimo de deshonestidad, corrupción, mentira, intereses personales o de grupo, demagogia... Pero, más allá de los malos ejemplos de muchos políticos, política se entiende como el arte de organizar bien la vida de la ciudad (la «polis»), o de buscar el bien común de todos sus habitantes, como enseña la Iglesia.
Pero ¿qué entendemos por el bien común? Es el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección humana. Por lo tanto el buen político es aquel que con su actividad busca el bien común. En este sentido, la iglesia afirma: «la fe cristiana no desprecia la actividad política; por el contrario, la valoriza y la tiene en alta estima». Todos los ciudadanos están llamados a practicar la política, o sea la búsqueda del bien común. No existe bajo este aspecto persona «apolítica»; palabras y silencios, acciones u omisiones tienen necesariamente una repercusión política.
Hay también un sentido más específico del término política, que se refiere a la búsqueda, ejercicio y reparto de poder como algo necesario para lograr el bien común y ser factor unificante de la sociedad: se le llama política partidistay se entiende de forma más restrictiva.
El poder es un medio para conseguir el bien común; cuando se olvida esto se cae en la politiquería, en trabajar para la «chacrita» de cada uno. La búsqueda del poder como medio para el bien común es en sí misma una actividad noble que requiere por parte de los aspirantes idoneidad y honestidad. La política bien entendida es una de las expresiones más altas de la caridad, porque puede crear las condiciones para una sociedad más justa y solidaria.
La Iglesia como institución puede y debe intervenir en defensa de los derechos humanos (¡tan de moda en boca de tantos para promover la defensa de lo indefendible!), de la democracia o de la justicia social, pero no puede hacer política partidaria por se signo y factor de unidad entre los cristianos y entre la humanidad. Los pastores de la Iglesia no se definen sobre aspectos técnicos sino morales.
La política partidaria es el campo propio de los cristianos laicos. Por otra parte, ningún partido político, por más inspirado que esté en la Doctrina Social de la Iglesia puede atribuirse la representación de todos los cristianos, ya que su programa concreto no podría tener nunca un valor absoluto para todos. Son los valores morales y los principios cristianos los que deben identificar a los cristianos más allá de las opciones concretas.
No existe una política cristiana sino cristianos en política; no existe un voto cristiano sino el voto en conciencia. Y el laico cristiano actúa a título personal y no en representación de la Iglesia.
Sin embargo, los pastores de la Iglesia (sobre todo los obispos) tienen el derecho y el deber de orientar e iluminar, a la luz de la fe, la acción política de los cristianos. Cuando el pluralismo es tan amplio que la fe sirve para amparar a tiranos y a oprimidos, la Iglesia debe desautorizar determinadas opciones y costumbres incompatibles con la fe. La Iglesia lo ha hecho a lo largo de su historia, por ejemplo oponiéndose al capitalismo extremo, al comunismo, a las dictaduras militares; y lo sigue haciendo ahora con posturas en defensa de los más desprotegidos o en promoción plena del ser humano.
Hoy no se reconoce como democrático a ningún estado que no practique sufragio universal, libre, igual y secreto (a propósito, a la Iglesia no le ha sido aceptar el régimen democrático para el gobierno de los países; pero desde fines del siglo XIX se lo reconoce como el mejor mecanismo de gobierno). A pesar de que en muchos países el voto no es obligatorio, el voto para la Iglesia es un deber muy importante y hay que votar guiados por la propia conciencia cristiana después de una búsqueda y un discenimiento responsables. Ni el interés privado ni la lealtad para con el propio partido, cuando se trata de algo que violenta la conciencia o perjudica el bien común, son motivos legítimos y válidos para orientar la conducta del cristiano.
La Iglesia enseña, además, el derecho de todos a una participación política que vaya mucho más allá del voto y que implique informarse, discutir, actuar, hacer una oposición constructiva y, llegado el caso, formar movimientos de presión o resistencia pasiva.
Si bien no hay obligación de militancia política, de pertenecer a un partido, el no querer «meterse» en política por ser una cosa sucia, nos hace omisos al bien con nuestro silencio y nuestra pasividad.
Cuando las leyes permiten situaciones que son legales pero no éticas, o comportamientos que la moral cristiana repudia (aborto, eutanasia...), el creyente no puede aprovecharse de esa permisividad. En ningún caso la «obediencia debida» autoriza a realizar actos inmorales. Si alguna vez las leyes civiles obligaran a un cristiano un comportamiento contrario a su conciencia, él debe hacer «objeción de conciencia» porque una ley inmoral o injusta no obliga.
En base a Primo Corbelli scj, Doctrina Social de la Iglesia. Una síntesis para todos.Luego de leer el texto, en grupos de a 3:
¿Con qué criterios debería definirse la opción política del cristiano?
Luego se puede compartir en plenario, buscando acuerdos y elementos comunes para elaborar un listado de criterios.
Se reza juntos las BIENVANTURANZAS DEL POLÍTICO, del cardenal François-Xavier Nguyên Van Thuân (1928-2002)
Bienaventurado el político que tiene un elevado conocimiento y una profunda conciencia de su papel.
Bienaventurado el político cuya persona refleja la credibilidad.
Bienaventurado el político que rabaja por el bien común y no por su propio interés.
Bienaventurado el político que se mantiene fielmente coherente.
Bienaventurado el político que realiza la unidad y, haciendo a Jesús punto de apoyo de aquélla, la defiende.
Bienaventurado el político que está comprometido en la realización de un cambio radical.
Bienaventurado el político que sabe escuchar.
Bienaventurado el político que no tiene miedo.