Cuando el emperador Valeriano exigió al diácono Lorenzo que le entregara todos los bienes de la Iglesia, respondió éste con aparente ironía: “Es rica, sí, la Iglesia, no lo niego. Nadie en el mundo es más rica que ella. El propio Emperador no tiene tanta riqueza como la Iglesia tiene. No rehúso entregársela; déseme un plazo siquiera breve para reunir e inventariar caudal tan copioso y precioso como Cristo atesora”. Y, en efecto, en poco tiempo reunió Lorenzo ante las puertas del emperadorel verdadero tesoro de la Iglesia: una multitud de pobres y desposeídos. Pero no había ironía en sus palabras, porque Lorenzo había descubierto que su tesoro, el tesoro de toda la Iglesia, es el amor que se hace especialmente sensible ante las desgracias ajenas; había descubierto que lo suyo, como lo de Jesús, eran los pobres y los sirvió hasta la muerte.
Cuestionarnos por qué los cristianos estamos llamados a amar preferencialmente a los más pobres y cuáles son las opciones cotidianas que hacemos para ello
Jugaremos a una suerte de bancario. Las reglas las creará cada grupo según su condición.
Puede repartirse a cada uno algunos billetes que representen el equivalente a dos dólares, que es con lo que vive diariamente (incluyendo absolutamente todo lo necesario; vivienda, salud, alimentación, etc) un tercio de la población mundial
Se comparten algunos datos sobre la pobreza (como los de la imagen adjunta), o se proyectaun video (como el adjunto), que propicie el diálogo en torno a estas preguntas:
¿Es una razón sociológica, caritativa o asistencial? No. Nuestra opción es sencillamente discipular: Jesús así lo hizo, lo quiso y lo mandó. El amor de predilección que tuvo Jesús por los pobres lo hacemos nuestro.
a. La opción por los pobres es consecuencia de la opción por Cristo. Lo primero siempre es la opción de fe que le da sentido y densidad a la opción por lo pobres. Porque Cristo se identificó con los pobres, y porque queremos ser discípulos suyos en la construcción de su Reino, es que hacemos su misma opción.
b. Pero siempre la opción por los pobres hace referencia a la opción por Cristo. Nunca es en sí misma, ni se alimenta por sí misma, ya que caeríamos en una idolatría. El único absoluto a quien «servir» es Cristo; el servicio y la entrega al prójimo, especialmente al pobre, es consecuencia de aquel. Además, al margen de la fe, esta opción se convierte en un sinsentido.
c. Al mismo tiempo, optar por los pobres implica una cierta opción de clase o grupo social. No es posible amar efectivamente a los pobres haciendo abstracción de las relaciones sociales, en particular económicas, en que se encuentran los pobres y que los define socialmente. Solamente ahí es donde se puede comprender a los pobres como pobres. Por eso la opción por los pobres supone una cierta opción de clase, aunque nunca se agota en ella.
d. No obstante, no hay que perder de vista que el pobre, por muy malas que sean las condiciones en que se encuentra, siempre es y seguirá siendo una persona humana. Por muy sometido que se halle, tiene un espíritu que es superior a toda opresión; que es una fuerza que trasciende a toda esclavitud; energía de libertad, y por eso mismo potencia «revolucionaria», transformadora de la sociedad.
e. Por eso el pobre no puede ser reducido a su pobreza (ahí nace la crítica al asistencialismo y al paternalismo). Tampoco puede ser considerado como encerrado en su condición de clase (de ahí el cuestionamiento al dogmatismo de la lucha de clases). Tiene que ser reconocido práctica y teóricamente como un sujeto humano que siempre es digno de respeto, es titular permanente de derechos inalienables y sujeto de su propia liberación.
«Pobre es aquel que en una cierta situación se encuentra con una carencia objetiva con respecto a otro».
La Opción por los Pobres significa optar a favor de los «empobrecidos» (los carentes de algo a causa de opciones de los demás), es decir, en toda situación de conflicto defender y promover a los débiles (carentes de poder). Podemos así sintetizar en un concepto global:
OPCIÓN POR LOS POBRES = DEFENSA Y PROMOCIÓN DE LOS MÁS DÉBILES
Se trata de un tema muy complejo y discutido. Aquí únicamente marcaremos algunas pistas.
A nivel social, como dijimos anteriormente, en toda situación conflictiva se debe optar por los carentes de poder. Esto implica asumir siempre la perspectiva de los de «abajo», descubrir cuales son sus intereses y priorizarlos. Se trata de que la sociedad asuma como propios (y por tanto transforme) los sufrimientos de los débiles; se trata de defender a los que no se pueden defender por sí mismos.
No se trata de ningún mesianismo, ni paternalismo, ni asistencialismo, ya que todas esas posturas consideran al pobre como «objeto». Se trata de descubrirlos y asumirlos como «sujetos» verdaderos y prioritarios de la acción transformadora, ya que justamente la «novedad» estructural sólo puede venir desde la perspectiva de quien la sufre y por tanto percibe su iniquidad.
Obviamente, esto implica también el compartir una lectura crítica de la realidad social con los pobres, ya que en la medida en que los propios pobres introyectan acríticamente las pautas sociales no pueden ser gestores de «novedad».
En la propia elección de medios y formas de transformación, éstos deben ser justamente aquellos de los «pobres», de modo de no repetir el esquema de dominación. El fin nunca justifica los medios, y es más, el fin queda muy condicionado por los medios que se utilicen para alcanzarlo. No se puede buscar como fin una sociedad transformada en sus estructuras según la «novedad» (ruptura del esquema dominante) de los pobres, si no se utilizan los medios «nuevos» que surgen de los mismos pobres. También esto implica un discernimiento permanente, ya que muchas veces los medios postulados por los pobres son en realidad medios que pertenecen a la lógica del propio sistema de poder, y son introyectados por los mismos pobres.
Luego de leer el texto, en grupos de a 3:
Hermanos míos, ustedes que creen en nuestro glorioso Señor Jesucristo no hagan diferencias entre las personas. Supongamos que cuando ustedes están reunidos entra uno con anillos de oro y traje elegante, y entra también un pobre andrajoso; y ustedes fijan la mirada en el de traje elegante y le dicen: Siéntate aquí en un buen puesto; y al pobre le dicen: Quédate de pie o siéntate allí, en el suelo, ¿no están haciendo diferencias entre las personas y siendo jueces malintencionados?
Escuchen, hermanos míos queridos: ¿acaso no escogió Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que lo aman? Ustedes, en cambio, desprecian al pobre. ¿Acaso no son los ricos los que los oprimen y arrastran a los tribunales? ¿No son ellos quienes hablan mal del precioso Nombre que fue invocado sobre ustedes?
Santiago 2, 1 - 5
Señor, enséñanos a no contentarnos
con amar a los nuestros,
a los que amamos.
Señor, enséñanos a pensar en los otros,
a amar primero a los que no son amados.
Señor, danos la gracia de comprender
que en cada momento de nuestra vida
hay millones de seres humanos
que son hijos tuyos,
que son mis hermanos,
y que mueren de hambre,
y que mueren de frío.
Señor, ten piedad de todos los pobres del mundo.
Señor, no permitas que sigamos
siendo felices nosotros solos.
Danos la angustia de la miseria universal
y líbranos de nosotros mismos.
Raoul Follereau