A menudo, caemos en la cuenta de que vivir da mucho trabajo, de que inventar la propia vida es nuestro gran – y tantas veces pesado – quehacer entre otras muchas menudas ocupaciones cotidianas, secundarias, que rellenan ávidamente nuestra agenda. A veces – cuando nos sentimos creativos y audaces – disfrutamos del riesgo de vivir; otras, nos rendimos agobiados por un inmenso hastío y terrible vacío interior.
Para apoyar el camino iniciado por el MJS del Uruguay, en torno a la búsqueda de sentidos para la vida, presentamos algunos materiales de reflexión sobre el tema. Encuentra a continuación las fichas.
DEJAR QUE DIOS ESCRIBA NUESTRA VIDA
EL SENTIDO DE LA VIDA EN JESÚS
EN BUSCA DE SENTIDOS A LA VIDA
El Movimiento Juvenil Salesiano del Uruguay se ha trazado como línea de acción ayudar a los jóvenes en la búsqueda y construcción de sentidos para la vida. Este objetivo puso a trabajar los múltiples equipos de animación pastoral y litúrgica, y presentan lo producido en un formato muy didáctico, con las pautas y algunos materiales necesarios para animar cada encuentro. Estos tres encuentros se titulan de la siguiente manera, y cliqueando en ellos los podrás descargar.
Una de las formas de darle sentido a la vida es cuando la búsqueda encuentra un lugar en los demás, en la sociedad, en la historia, en uno mismo y en Dios.
Entremos en detalles:
• Un lugar en los demás, en cuanto soy importante para alguien. Hay otro que me necesita, tengo la necesidad de ser necesitado, a alguien tiene que importar mi existencia para justificarla, darle sentido.
• Un lugar en la sociedad. Es la necesidad de ser útil, percibiéndome así busco dar mi aporte a la sociedad, a los otros.
• Un lugar en la historia. Mi vida no puede pasar sin dejar huella, ella forma parte de un todo que es la historia y en el sentido de la historia se aloja mi existir. Se trata de ser “valioso”, no necesariamente importante, y esto conlleva justificados sacrificios.
• Un lugar en uno mismo. Sólo desde el encuentro consigo mismo, la persona en y desde su interioridad puede construir su unidad, en la coherencia, en una exigencia de reflexiva profundidad; en el sagrario íntimo de su conciencia donde se encuentra a solas con su proceso y su proyecto de vida. Si no soy en primer lugar para mi, no lo soy para los demás.
• Un lugar para Dios. Para el creyente los lugares anteriores son también lugares de Dios; si se es hombre de fe, Dios es alguien para mí y yo soy alguien para Él. El sentido de la vida y del salto a la vida en plenitud son comprendidos desde esta perspectiva global, que integra en Dios todos los lugares de mi existir.
(en base a aportes de los padres Javier Galdona y Luis Bernal o.p.)