Acercarnos al otro ya no puede ser poner el cuerpo primero. Se nos presenta el desafío de acercarnos por vías diferentes. Estar presente en un mensaje, en una oración, en una llamada, en un “te quiero”. El distanciamiento pareciera que nos detuvo, nos estancó. Parece que el mundo se cae. ¿Podemos sacar algo de todo este contexto?
Algo se gesta en nosotros durante este tiempo. El detenimiento nos hace sensibles a muchas cosas que en nuestra aturdida rutina, en nuestra habitual acción impulsiva de poner el cuerpo primero, no tenemos en cuenta. Quedan silenciados algunos medios de crear un vínculo íntimo, de alcanzar la tierra sagrada del otro, es decir, nos empujó a recorrer otros caminos. Caminos conocidos (como una llamada, un mensaje) pero que quizá ahora vemos con otra mirada. Y descubrimos que en ellos se puede llegar a la intimidad con el otro… El “mensaje de paso” de ¿cómo estás?, buenas noches, cuidate, se transfiguró en un verdadero sentimiento. El mismo mensaje adquirió una carga mayor, en la cual intentamos concentrar toda la energía de nuestro cuerpo, reconociendo que no llega a suplantar lo físico, pero conscientes que es lo máximo que podemos hacer hoy.
Vivimos en una sociedad volcada sobre el contacto. Necesito el abrazo, el beso, el saludo. Necesitamos de la presencia real del otro y nos damos cuenta lo irremplazable que es esta. La pandemia nos obliga a pasar de lo físico. El desafío hoy está en poder acercarnos y amar en lo simple.
Don Bosco se nos presenta como un maestro en este sentido. Cómo él, que en la simpleza descubre la presencia de Dios. “¿Sabes silbar?” escucha Garelli y de inmediato se le iluminan los ojos. Lo cotidiano, lo ordinario, lo que pasa desapercibido, se vuelve un camino, un sendero para caminar juntos.
Llegará el día del reencuentro… eso seguro. No somos los mismos que antes, y tampoco los pibes son los mismos. Ahora sabemos la importancia del cuerpo, pero más valioso aun, sabemos que detrás de este hay un mundo que suele callar si lo aturdimos con la acción.
Preguntas típicas del animador: ¿cómo te fue en la semana?, ¿qué onda tu familia?, ¿tus hermanos vienen? Todo esto puede tener un nuevo sentido para dar paso a una escucha posta: ¿cómo pasaste la cuarentena?, ¿cómo la vivió tu familia? Nadie pasó este tiempo de forma desapercibida, no podemos ser ajenos a lo que nos comprometió a todos. El desafío es no volver a la normalidad, lo de siempre.
El oratorio también muchas veces se nubla en acción. Amar se traduce en un gesto. Y es completamente cierto, la caricia dice más que un sermón. Pero si nos quedamos solo ahí no seremos más que unos dadores de calidez humana del momento. Cuántas veces vemos chicos que nos siguen porque saben que van a obtener un abrazo. Tantos otros que se portan mal o se separan del grupo porque necesitan exclusividad, atención especial. Tenemos la seguridad de que nuestro tesoro va más allá de esto.
No lanzarnos directamente a hacer, recorrer los mismos caminos con esta mirada nueva, un regreso que busque la intimidad con el otro…
¿Y cómo va a ser tu vuelta?