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Ejercicios de oración

No se trata de aprender métodos, sino de saber qué se quiere hacer con la propia vida. Como todas las cosas de la vida, a rezar también se aprende, pero hay un destello de la voluntad - movida también por Dios - que debe ponernos en camino orante, para hacer lo que sugería san Benito: «quien quiere orar, que sencillamente entre y ore».

La oración de recogimiento

A la oración de recogimiento podemos llegar por nosotros mismos, con un trabajo perseverante. Hay tres medios que ayudan a alcanzar este objetivo:

1. Imaginar a Dios en la oración con la ayuda de alguna imagen, pues aunque no siempre le podemos sentir, podemos imaginarle cuando lo deseemos.

2. Entregarse totalmente al Señor, ofrecer nuestra voluntad a la suya, dejarnos atrapar por Él, porque Él desea nuestro consentimiento.

3. Tomar conciencia de su presencia durante todo el día; ir a todas las ocupaciones con Él.

Rezar con la Palabra

  • 1. Elige un lugar para tu encuentro con Dios y sé fiel a él.
  • 2. Mientras vas a tu lugar de oración, prepara tu corazón para ese encuentro.
  • 3. Siente a Dios junto a ti y pide la fuerza y la luz para saber hablar con Dios: «Señor, enséñame a orar»
  • 4. Dedica un tiempo a serenarte, para que también tu cuerpo entre en oración.
  • 5. Pídele a Dios lo que quieres que te regale en este rato de oración.
  • 6. Lee un texto de la Biblia y elige el trozo que más resuene en ti. No es conveniente elegir al azar; lo más aconsejable es ir leyendo uno de los cuatro evangelios o las lecturas de la misa diaria.
  • 7. Quédate en silencio, dejando que ese texto llene tu corazón y surjan los sentimientos. No te impacientes; solo el que ama es capaz de esperar.
  • 8. Ahora, deja hablar a tu corazón con Dios, ya que se ora con el corazón. Habla con libertad y espontaneidad, «como un amigo habla con su amigo».
  • 9. Haz silencio para que puedas sentir lo que Dios quiere comunicarte; mucho más importante que lo que tú le digas a Dios, es lo que Él te quiere expresar..
  • 10. Para terminar, preséntale al Señor lo que has descubierto y despídete con un momento especialmente íntimo de diálogo con Él: dándole gracias, pidiéndole, ofreciéndote...
Ejercicios de oración

Rezar con el cuerpo

Siempre que te pongas a orar, toma una posición corporal correcta: cabeza y tronco erguidos. Asegura una buena respiración. Relaja tensiones y nervios, suelta recuerdos e imágenes, haz vacío y silencio. Concéntrate. Ponte en presencia de Dios, invoca al Espíritu Santo y comienza a orar. Son suficientes cuatro o cinco minutos. Esto, cuando estés normalmente sereno.

Relajación corporal. Tranquilo, concentrado, suelta uno por uno los brazos y piernas sintiendo cómo se liberan las energías. Suelta los hombros de la misma manera. Suelta los músculos de la cara y de la frente. Afloja los ojos, mientras los mantienes cerrados. Suelta los músculos de l cuello y de la nuca balanceando la cabeza hacia adelante y hacia atrás, y girándola en todas dirección con tranquilidad y concentración, sintiendo cómo se relajan los músculos. Para esto, unos diez minutos.

Relajación mental. Muy tranquilo y concentrado, comienza a repetir la palabra «paz» en voz suave (de ser posible en la fase expiratoria de la respiración) sintiendo cómo la sensación sedante de paz va inundando primero el cerebro; y después recorre ordenadamente todo el organismo en cuanto vas pronunciando la palabra «paz» y vas inundando todo en una sensación deliciosa y profunda de paz.

Concentración. Con tranquilidad, percibe el movimiento de tu respiración, muy concetrado, unos cinco minutos. Después, ponte tranquilo, quieto y atento; capta y suelta todos los ruidos, lejanos, próximos, fuertes o suaves. Unos cinco minutos.

Respiración. Ponte tranquilo y relajado. Siguiendo los que haces con atención, inspira por la nariz lentamente hasta llenar bien los pulmones, y espira por la boca entreabierta y la nariz, hasta expulsar completamente el aire. Una respiración tranquila, lenta y profunda. Utiliza estos ejercicios con libertad y flexibilidad en cuanto al tiempo y oportunidad. Al principio, quizás, no sentirás efectos sensibles. Paulatinamente, irás mejorando.

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