PASTORAL JUVENIL SALESIANA – URUGUAY |
Presentación de las Memorias del Oratorio. |
Un manual de pedagogía y espiritualidad narrada |
|
Aldo Giraudo |
Enero de 2012 |
Ponencia del P. Aldo Giraudo sdb en las XXX Jornadas de Espiritualidad de la Familia Salesiana, que constituyeron el inicio del camino que llevará a la Familia Salesiana a celebrar el Bicentenario del nacimiento de Don Bosco |
Las Memorias del Oratorio, uno de los escritos más personales y vivos de don Bosco, construyen de forma determinante la imagen del Santo reflejada de continuo en ellas. Escritas entre 1873 y 1875, fueron transcritas por su secretario don G. Berto y corregidas por don Bosco con más detalle, hasta el 1879. En el 1946 salió la primera edición impresa querida por don Pietro Ricaldone. Todavía aquellos salesianos no se dieron cuenta de la importancia del documento: los 19 volúmenes de las Memorias biográficas aparecían más ricas de datos y de detalles. Solo en tiempos recientes, en clima postconciliar de retorno a las fuentes del carisma, la atención se ha incrementado. Lo testimonian las traducciones varias, sobre todo después de la edición crítica (1991) cuidada por Antonio da Silva Ferreira dependiente del Instituto Histórico Salesiano.
1. ¿Qué son las Memorias del Oratorio?
No son una colección sencilla de recuerdos y datos históricos. Don Bosco, a través de la narración al inicio y durante todo el desarrollo de la propia vocación oratoriana, entiende presentar el sentido de una experiencia global, formular un «programa de acción» y poner de relieve la finalidad y voluntad de Dios sobre él. Son una relectura del pasado en clave religiosa y pedagógica. Las Memoras resultan así el libro más rico de contenidos y orientaciones “preventivas”, un manual de pedagogía y de espiritualidad narrada (Braido).
¿Por qué don Bosco se ata a este trabajo en años (1873-1875) tan llenos de acontecimientos? Él hace referencia al « mandato de una persona de suma autoridad». Nosotros pensamos que quizás haya sido empujado también por la idea de que el Oratorio era una experiencia fundamental y que era necesario presentar a los discípulos la génesis, la finalidad, el método del mismo. El desarrollo de la obra salesiana en aquellos años, en efecto, se estaba realizando a través de la apertura de colegios y escuelas profesionales. Era necesario que se conocieran las raíces carismáticas y el itinerario a través del cual llegó a realizarse el Oratorio, para entender el espíritu y la identidad de esta experiencia tan fundamental, sobre la que tendrían que modelarse todas las obras de la Familia Salesiana.
Don Bosco eligió el instrumento más a la mano: el de la narración, que le consiente traducir el pensamiento a través de historias vivas, de encarnarlas en las palabras de los personajes. Las Memorias del
Oratorio son por tanto una presentación narrativa de la espiritualidad, de la identidad y del método salesiano a través de la lectura interpretativa de algunos momentos cruciales del itinerario formativo personal y de algunas experiencias que le condujeron a estructurar en cierto modo el Oratorio, a darle una forma y estilo inconfundible. Leyendo esta obra tan singular podemos:
1) entrar en los cuadros mentales del mismo don Bosco;
2) captar los rasgos característicos de su mundo interior;
3) comprender los valores que consideraba más fundamentales;
4) hacernos una idea concreta del modelo de educador-pastor que tenía en la mente;
5) conocer la finalidad, su estilo de relaciones y actividades más originales y características de su Oratorio.
2. Las Memorias del Oratorio como escrito autobiográfico
Las Memorias del Oratorio no son una autobiografía en sentido estricto. El centro focal no es la vida de don Bosco, sino una narración de la vocación-misión oratoriana y de su progresiva realización. Por eso el autor elige solo algunos momentos de la propia existencia, aquellos que están ligados más directamente con la historia del Oratorio: la inspiración inicial, las etapas principales del camino recorrido, los elementos más característicos, los acontecimientos que la han favorecido o hecho de obstáculo para su realización.
Por ello las Memorias se diferencian de los escritos precedentes relativos al Oratorio, que se concentraban sobre motivos y acontecimientos que habían hecho desarrollar el catecismo comenzado en el Convitto en una institución con iniciativas y finalidades articuladas, roles y responsabilidades muy definidas.
Aquellos escritos tenían el objetivo de informar a las autoridades y de sensibilizar a la opinión pública sobre el problema de la educación juvenil, a fin de conseguir ayuda y apoyo.
Sin embargo en la narración de las Memorias la historia del Oratorio está estrechamente unida a con la historia interior del narrador, con su camino espiritual y formativo. Los destinatarios son exclusivamente los «queridísimos hijos salesianos», es decir los discípulos-continuadores en la misma vocación-misión. A ellos don Bosco trasmite un patrimonio familiar íntimo para instruirlos, formarlos y animarlos, indicando los pasos del itinerario que tienen que recorrer para asimilar la misma identidad carismática, el mismo “espíritu”, el mismo método educativo-pastoral. Por consiguiente el texto, mira unir el pasado con el futuro y tiene una función normativa los lectores: «¿Para qué podrá servir este trabajo?— escribe don Bosco en la introducción — Servirá de norma para superar las dificultades futuras, tomando lección del pasado; servirá para hacer conocer como Dios haya él mismo guiado todas las cosas cosa en cada momento; servirá a mis hijos de ameno entretenimiento, cuando puedan leer las cosas en que tomó parte su padre e las leerán aún con más gusto cuando, llamado por Dios a rendir cuenta de mis acciones, no esté ya entre ellos».
Don Bosco quiere hacer comprender a sus discípulos que son parte viva de aquella historia: si hubiera sido diverso, nosotros hoy no estaríamos aquí pues nuestra vida hubiera emprendido otro rumbo. Dios nos ha llamado a formar parte de esta aventura salesiana, nos ha radicado en ella. A través del arte de la narración, don Bosco nos introduce en su intimidad espiritual. El vértice de esta estrategia de atracción de los lectores en lo narrado está en el sueño de la Pastorcilla, colocado en el momento del paso del Convitto a las obras de la Barolo, es decir en la transición de las experiencias iniciales, de carácter prevalentemente personal, a la realización del Oratorio de carácter comunitario (con la participación de Borel, Pacchiotti y otros). La metáfora usada en el sueño de los 9 años del cambio de los animales salvajes en corderos, viene repetida y enriquecida. Ahora alguno de los corderos se transforman en pastores, que creciendo «en gran número, se dividieron y fueron a otra parte para acoger a otros animales extraños y guiarlos a otros apriscos». En estos pastorcillos podemos reconocernos nosotros mismos: de hecho somos fruto de la acción educativa/trasformativa del Oratorio y continuadores de su providencial misión.
3. Procedimientos puestos en acto por el autor
Don Bosco hace una reconstrucción de los hechos del pasado interpretándolos en su significado profundo.
Recorriendo su propia formación, revela a sí mismo y a nosotros cuanto las personas le han ayudado y puesto obstáculos, en los ambientes y en los acontecimientos históricos, y de qué forma estas experiencias y acontecimientos han formado parte de su conciencia y de su «método». De esta manera transforma la experiencia repensada en un recurso que le permite reconstruir un «saber» espiritual y pedagógico para los propios lectores.
Para realizar esta reconstrucción autobiográfica don Bosco pone en acción complejas dinámicas de memoria, selección de hechos y de organización de ellos en una trama según un significado superior unitario, relacionándolos con la «historia» del Oratorio, en torno a la cual reconstruye su narración. Este es el hilo conductor para mostrar la íntima conexión entre lo vivido en diversos momentos y etapas: infancia, juventud, madurez y el presente del narrador.
En la conclusión de la narración observamos que el texto de las Memorias se configura como una continua búsqueda de características del Oratorio en el tejido de una existencia marcada por una vocación divina. Lo vemos en las narraciones de situaciones que predicen y anticipan el Oratorio, como los Primeros entretenimientos con los chicos a la edad de diez años, en las normas que regulaban las reuniones de la Sociedad de la Alegría, en la atención y cuidado de los jóvenes durante las vacaciones que preceden a la vestición. Y también en la descripción del catecismo en el invierno 1841-1842, precozmente definido «Oratorio».
Lo descubrimos sobre todo cuando se ponen en escena personajes representativos, en negativo o en positivo, con estilo y método oratoriano, como — por citar solo un par —el párroco de Castelnuovo con su vicepárroco en su actitud de poca atención y escucha a su protagonista muchacho («Si yo fuera sacerdote querría hacer diversamente; querría acercarme a los muchachos, decirles una buena palabra, darles buenos consejos ») y el profesor de humanidades don Banaudi («Era un auténtico modelo de profesor. Sin dar castigos se hacía amar por todos sus alumnos. Los quería a todos como a hijos, y ellos le querían como a tierno padre»).
La lectura atenta del documento muestra, casi en cada capítulo, que el punto final —la articulada y viva realidad del Oratorio de S. Francisco de Sales al principio de los años Cincuenta, con su finalidad, método educativo, y sus objetivos formativos, sus ritmos de vida y el típico modelo de pastor/educador— ha sido de hecho el filtro a través del cual don Bosco ha actuado su revisión autobiográfica para el bien de sus discípulos.
4. Estructura de la narración
Las Memorias del Oratorio comienzan con la narración de los primeros diez años de vida: el nacimiento del protagonista, la muerte prematura del padre, el rol de la madre Margarita afrontando y superando graves dificultades, su interés educativo, la instrucción primaria de Juan. Después nos metemos en la narración del sueño de los nueve años, reconstruido de forma dramática. Este acontecimiento se inserta en el texto como el verdadero comienzo de las memorias oratorianas. De hecho determina la organización de textos sucesivos y la división en décadas. La primera década (1825-1835) comienza con la actividad del pequeño predicador saltimbanqui entre los compañeros de I Becchi y se concluye en Chieri con el discernimiento vocacional y la decisión de entrar en el seminario. La segunda década (1835-1845) parte del rito de la vestición y la entrada en Seminario y termina con el traslado del Oratorio al cobertizo Pinardi. La tercera década (1845-1855) narra el desarrollo del Oratorio definitivamente instalado en Valdocco hasta la ampliación de los edificios.
Además del sueño de los 9 años los eventos que narra dan al texto un valor particular y una estructura simbólica. Entre ellos emergen dos: sobre todo el encuentro con Bartolomé Garelli (8 diciembre 1841), principio de esta actividad catequística y asistencial que nos conducirá enseguida a la fundación del Oratorio; después la acogida en casa Pinardi del huérfano de Valsesia, el primer joven que habitó en el Oratorio.
Pero la narración hace también surgir una estructura espacial. Don Bosco atribuye un valor particular a la localidad y ambientes en los que se desarrolla su vocación oratoriana. Se presentan casi como puntos de un mapa espiritual y pedagógico: el lugar de nacimientos; la casacon el pajar y el prado; la capilla de Morialdo; el pueblo de Castelnuovo; la ciudad de Chieri, sus casas, la escuela, el café Pianta, el camino de Porta Torinese, y el Duomo y el seminario con sus dependencia y aulas; Turín y sus calles, plazas, iglesias, cárceles e instituciones caritativas, los barrios y los prados de la periferia, los Molinos Dora, los santuarios de los alrededores. En fin el Oratorio de Valdocco, el cobertizo-capilla, las habitaciones para la escuela y el patio para el recreo. Toda esta variedad de lugares se transforma en principio organizativo de la narración, junto a los elementos cronológicos, temáticos y simbólicos. A los espacios se unen valores, experiencias educativas y espirituales. El cambio de lugar asume el significado de una peregrinación hacia la tierra prometida del Oratorio, su misión e identidad.
Así, la «estructura de superficie» de la narración se presenta diseñada en la intercesión de las tres coordenadas de tiempo, espacio y núcleo temático de fondo.
Las partes del texto de las Memorias del Oratorio está impregnada de eventos, de personajes, pero también de observaciones, comentarios y anotaciones que son fruto de una estructura más profunda, la que coincide con la mentalidad de don Bosco, su cultura y visión del mundo, sus convicciones religiosas, educativas y morales, su espiritualidad.
En síntesis. En la base de la obra está “el hombre don Bosco”, con todo su universo que tiende, en cada página a surgir. Es posible intentar una lectura de las Memorias del Oratorio que nos ayuda a penetrar un mensaje articulado, constituido no solo por cuanto el Autor quiere decir, sino de cuanto el texto nos dice en relación a la propia coherencia contextual y a los sistemas a los que se refiere.
5. Itinerario de lectura y niveles de interpretación
Las llaves interpretativas presentadas en la introducción de las Memorias nos invitan ya sea a una lectura espiritual como a una interpretación pedagógica del texto. Aquí me limito a señalar dos itinerarios de lectura: el de las dinámicas espirituales y el del modelo de educador-pastor. Para el primero elijo la “confianza en Dios”, como cómo actitud que implica confianza, obediencia, desprendimiento y don generoso de sí.
5.1. Confianza en Dios, confianza en los formadores y entrega de sí
El padre Francisco muriendo recomienda la «confianza en Dios». Esta actitud es una de las llaves interpretativas más importantes de las Memorias. Viene puesto en evidencia en la narración de las situaciones en las que la “confianza” suscita abandono confiado, pero también valiente entrega.
Sobre todo nos introducimos en el episodio de Margarita que afronta la grave carestía sin perder la calma, recordando la recomendación del marido y traduciéndola en acción. Los eventos sucesivos manifiestan un conjunto de actitudes que ponen en acción la «confianza», a partir de la actitud ejemplar de la madre, ejemplo de confianza en la providencia, de operosidad, de espíritu de sacrificio, de frugalidad y dedicación educativa.
También la compleja construcción del sueño de los nueve años exige la confianza en Dios que llama e indica al protagonista la misión y los caminos a seguir para hacerse idóneo. Confianza, abandono y don de sí son manifestaciones de un único movimiento de fe impregnado del sentido de correspondencia a la llamada del Señor, pero también a los cuidados y atención de los educadores. Muchos son los indicadores que subrayan la importancia atribuida por don Bosco a un tal movimiento del espíritu. Por ejemplo, la llamada a «darse por largo tiempo» a una vida virtuosa, enunciado en el Joven instruido (1847), y repetido varias veces en los escritos y diálogos a con los jóvenes, sobre todo en la vidas de Domingo Savio, Miguel Magone y Francisco Besucco, y sobre todo cuando se narra el diálogo entre don Calosso y Juan Bosco muchacho:
«¿Recuerdas que se trató en la primera predicación? —En la primera predicación se habló de la necesidad de darse a Dios siempre y no distanciar la conversión». Es un indicio textual significativo que da luz sobre el desarrollo del afortunado encuentro: «Yo mi me puse en manos de D. Calosso […].Le di a conocer toda mi persona. Cada palabra, pensamiento, acción se la manifestaba enseguida […].Conocí entonces lo que significa tener una guía estable, un fiel amigo del alma […].Desde aquel momento comencé a gustar lo que significa la vida espiritual». El abandono confiado e incondicional del discípulo induce al anciano sacerdote a ir más allá de la simple enseñanza del latín: a hacerse guía espiritual, ayudando al muchacho a poner en acto el abandono en Dios.
Él hilo de la narración y también las etapas es el punto de llegada del camino interior de don Bosco para llegar a una confianza plena en Dio. El diálogo con la marquesa Barolo culmina en la renuncia al empleo de capellán para obedecer a la voluntad de Dios: a la misión entre los jóvenes en el más completo abandono:
«Pero ¿cómo podrá vivir? — Dios siempre me ha ayudado y me ayudará en el futuro […]. Mi vida está consagrada al bien de la juventud. Le agradezco la oferta que me hace, pero no puedo alejarme del camino que la divina Providencia mi ha marcado […].Dejé el encargo [de la marquesa] abandonándome a lo que che Dios había dispuesto de mi».
El contexto narrativo del diálogo nos introduce en una situación de aislamiento, de incomprensión por parte de los párrocos, de las autoridad civiles, hasta de los amigos más íntimos, unido al agotamiento y total incertidumbre sobre el futuro. Todo exalta el significado espiritual de su elección. Enseguida viene la descripción dramática que sufre cuando se ve expulsado de los prados Filippi: «Al atardecer de aquel día contemplando la multitud de muchachos que se entretenían y jugaban; y consideraba la copiosa mies, que me esperaba en el sacro ministerio, y que me encontraba solo trabajando, agotado de fuerzas, de salud y sin saber donde podría la próxima vez reunir a los muchachos. Me sentí fuertemente conmovido […]. Paseando y alzando la mirada al Cielo, mi Dios, exclamé, ¿por qué no me hacéis saber el lugar en el que queréis que recoja a éstos muchachos? ¿O hacédmelo saber o decidme que debo hacer?». Estamos ante el epílogo del camino de un hombre que, después de haber batallado incondicionalmente contra todo por fidelidad a su misión y llegado, como Abrahán, a punto de sentirse obligado a sacrificar hasta la propia vocación para obedecer a algo más radical y a rendirse, sin condiciones, a Dios. Y es en aquel momento cuando la narración nos muestra la respuesta al problema. La llegad de Pancrazio Soave, la confusión entre oratorio y laboratorio y la duda de don Bosco en aceptar la oferta del cobertizo ponen en evidencia más la intervención de Dios, más allá de toda experiencia humana, como respuesta al gesto de la confianza incondicional del protagonista.
Destacamos que el itinerario de confianza en Dios se conjuga en la narración con la confianza en los formadores. Las relaciones con la madre y con don Calosso, la relación con Lucía Matta, con el confesor
Maloria, con el amigo Comollo y con el director espiritual don Cafasso, se manifiestan con los rasgos de confianza «ilimitada», de la apertura del corazón y de manifestar sus pensamientos, por la obediencia dócil y pronta. Es un movimiento de docilidad que llega a su vértice en el dialogo con don Cafasso al concluir los estudios en el Convitto: «Mi propensión de ocuparme de la juventud. Usted haga de mi lo que quiera […].Quiero conocer la voluntad de Dios en sus decisiones y no poner nada de mi voluntad».
El texto de las Memorias muestra como el Oratorio encuentra su forma definitiva solo cuando don Bosco, dejando el empleo en el Hospitalillo de la Barollo y habitando en casa Pinardi, privado de todo recurso económico, vivirá en un estado de absoluto abandono en Dios. La situación de precariedad económica la afronta junto a su madre, que, abandonando la tranquilidad de I Becchi por «agradar al Señor» se une a la misión del hijo. Si cumple así el arco narrativo cumpliendo con la recomendación del padre agonizante. Ahora la confianza en Dios se cumple plenamente y inicio de un desarrollo insospechado.
5.2. Un modelo de educador-pastor
Toda la dinámica de las Memorias va dirigida sobre todo a definir una misión y un modelo pastoral.
Destinatarios, método, contenidos formativos, espíritu animador y estilo de relaciones, todo está ilustrado y destacado a través de un diálogo didáctico representativo. Las ideas de don Bosco son representadas por los personajes que él pone en escena y por los roles que desarrollan, con el fin de resaltar las características de un único personaje, el pastor del Oratorio según su prospectiva y método educativo. El modelo de pastor/educador que poco a poco va emergiendo a lo largo del diálogo presenta articulaciones muy interesantes que podemos reconocer hasta con detalles.
1. Qué elementos, sobre todo, se recogen de la pastoral tradicional. En los prados de I Becchi, Juanito juega y predica, repite «los ejemplos oídos en el sermón o en la catequesis » y se comporta como un buen párroco de pueblo entre sus amigos.
2. Aparece también – muy enfatizado – una aproximación pastoral de tipo familiar. Personaje emblemático es la madre, a la cual se le confía un rol de grande relieve en la formación de su sensibilidad religiosa e interioridad del hijo, en una intensa relación de intimidad dialógica y afectuosa.
3. Todos los sacerdotes, aunque solo fugazmente, aparecen en la narración están siempre marcados por una actitud virtuosa en relación a su misión pastoral. Por ejemplo, el maestro de Capriglio don Lacqua («sacerdote de mucha piedad […], el cual se ocupó mucho de mí, de mi instrucción y más todavía de mi educación cristiana»), el párroco de Castelnuovo (reflejado en el acto de guiar «con mucho celo» la preparación y acción de gracias de la comunión), don Calosso («hombre muy piadoso», que se acerca al joven Bosco y dialoga amablemente con él), el teólogo Borel («un santo sacerdote, un modelo digno de admirar y de ser imitado», apóstol ardiente que «robaba horas a su sueño para confesar a los jóvenes; negaba descanso a su cansado cuerpo por ir a predicar»).
4. Sobre todo, con la narración del encuentro y la intensa relación con don Calosso, se subrayan los elementos más marcadamente salesianos, que lleva en el corazón don Bosco. El viejo sacerdote se fija en los muchachos en medio a la muchedumbre, se acerca y le habla con cariño, intuye su problema y manifiesta su disponibilidad. El texto reconstruye la relación madura de afectuoso paternidad por la que Juanito se siente imbuido y se da cuenta que le incita a la correspondencia generosa y dócil. Es una que provoca resonancias fecundas en el ánimo del joven huérfano, haciéndole capaz de una correspondencia alegre. Se crean así las condiciones ideales para una acción formativa profunda.
5. Para cuanto se relaciona con las características interiores y espirituales, que se desarrollan en el periodo transcurrido en el Convitto, notamos que don Bosco anticipa lo esencial en el encuentro con el clérigo José Cafasso, una relación inseparable entre actitudes pastorales y vida interior. Apoyado en la puerta de la iglesia de Morialdo con motivo de la fiesta patronal el joven Cafasso manifiesta su espíritu de recogimiento, finura de trato, amable capacidad de relación. Las «memorables palabras» dirigidas al adolescente Juan Bosco declaran como el recurso más fecundo para un educador/pastor consista en la dedicación amorosa y exclusiva al servicio de Dios y de los hermanos.
6. Detalles posterior completan el perfil ideal del educador según don Bosco. Están encarnados en la persona de los profesores de Chieri, todos con actitudes positivas: don Valimberti representa la acogida cordial, la cercanía y el arte de facilitar la inserción del joven en el nuevo ambiente; el teólogo Valeriano Pugnetti encarna la atención personalizada y afectuosa; el profesor Cima es el retrato del profesor exigente, pero competente, capaz de estimular la responsabilidad de sus alumnos, de hacer brotar las energías y buena voluntad; don Pietro Banaudi representa la amabilidad salesiana, la capacidad de conquistar ganarse a los jóvenes recurriendo al corazón al arte de hacerse amar; don Giuseppe Maloria, el confesor, lo describe como amigo del alma, acogedor, entusiasta y previsor. Junto a ellos menciona al arcipreste del Duomo (catedral), el canónigo Massimo Burzio, descrito en el momento de una intervención “disciplinar” como ejemplo de prudencia y muy humano, que sitúa al joven a su gusto creando las condiciones para un diálogo serio y confidencial.
7. La narración de las Memorias del Oratorio pone también de relieve algunos peligros que amenazan el modelo propuesto. Por ejemplo, narrando la fiesta después de la vestición, se estigmatiza la mundanidad, la superficialidad y el mal ejemplo. En las palabras de Margarita al hijo antes de entrar en el seminario, le pone en guardia contra la dejadez en los propios deberes. Con la mención del malestar encontrado por Juan en el seminario con relación a los superiores se deplora un estilo autoritario que genera desconfianza lejanía. En la descripción de las predicaciones de verano que tuvo en Capriglio y en Alfiano se invita a vigilar contra la tendencia a la vanagloria y a la inútil búsqueda estilística, a estar atentos a la capacidad de los auditores.
Con la narración de aventuras estivas en el periodo del seminario se muestra como es fácil ceder a la disipación si no tenemos una continua vigilancia. Cuando se ponen objeciones por parte de los párrocos contra el Oratorio, diciendo que « así los jóvenes se alejan de las parroquias», se condena una visión rígidamente jurídica, burocrática, de la misión educativa y pastoral, más centrada en el criterio territorial que en las necesidades de las personas. En fin, narrando los eventos que agitaban los ánimos entre 1848 y 1849, se pone en evidencia la confusión y el desequilibrio de ideas y comportamientos consecuencias de las pasiones políticas en perjuicio de la responsabilidad educativa y pastoral.
* * *
Como conclusión, la narración de las Memorias del Oratorio manifiesta la historia y notas características de una institución educativa y pastoral estrechamente ligada a la vida del Fundador. Al mismo tiempo instruye a los lectores sobre el carisma que anima tal institución. La interpretación providencial realizada por don Bosco de una vocación divina realizada en la realidad histórica concreta pone en evidencia dos núcleos dinámicos de la vocación salesiana: el don incondicional de sí a Dios como respuesta a una misión recibida, injertada en una actitud nativa positiva, cordial y afectuosa hacia el mundo juvenil. Las dos dinámicas, fecundándose recíprocamente, dan vida a una espiritualidad, a una forma de actuar inteligente y fecunda, a un modo de ser y de actuar en función de la promoción y salvación juvenil. Así los lectores de hoy pueden encontrar en estas Memorias elementos estimulantes para una interpretación actualizada, pero también puntos muy críticos de revisión a nivel personal e institucional.