Reconocer que el camino de Jesús y de los cristianos es el camino de las orillas, de las periferias existenciales, no el camino del centro ni de las seguridades.
Iniciamos con la señal de la cruz.
Mientras dos integrantes ingresan con una imagen como la de esta ficha, se canta “Tú has venido a la orilla”
Luego dejan la imagen sobre un camino dibujado o trazado sobre el piso.
El Animador dirá unas palabras como estas:
Estamos meditando el camino de Jesús, porque queremos seguirlo paso a paso, para ser cristianos de verdad.
Mientras presenta un mapa de la ciudad en que viven invita a imaginarse cómo es la gente de este lugar.
- ¿Quiénes viven en el centro?
- ¿Qué edificios hay en el centro?
- ¿Cómo son los edificios, las calles, los servicios del centro?
- ¿Quiénes viven en las afueras, en las márgenes, en las orillas...?
- ¿Cómo son allí las casas y los servicios públicos?
- ¿Qué diferencia hay entre la gente del centro y de la periferia de la ciudad?
Después de un intercambio de opiniones el Animador anuncia:
La idea central que reflexionaremos hoy es
EL CAMINO DE JESÚS ES EL CAMINO DE LAS ORILLAS, NO EL CAMINO DEL CENTRO
Y pone un cartel con esta idea sobre el camino.
Cada participante tendrá su Biblia.
El Animador invita a levantarlas, y a cada invocación se responde:
“La Palabra del Señor es la Verdad y la Luz de nuestros pasos”- Esta es la Palabra de Jesús de Nazareth...
- Esta es la Palabra que se adentra en los corazones por caminos que sólo el Espíritu conoce...
- Esta es la Palabra que abre caminos de libertad...
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia».
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores.
Marcos 1, 14-16
Con un mapa de Palestina (pequeño, puede ser alguno de los que están en las Biblias), el Animador invita a mirarlo y a ubicar a Jesús según la Palabra escuchada.
- ¿Dónde anda Jesús?
- ¿Qué anda haciendo?
- ¿Con quiénes se relaciona Jesús?
- ¿Qué opinan “los del centro”?
Jesús recorría Galilea, lejos del centro geográfico y religioso de Judea, que era Jerusalén. Galilea era orilla, periferia. No tenía importancia. Sin embargo, por ella anduvo Jesús después de su bautismo en el Jordán y de las tentaciones del Desierto. Allí hizo su primera aparición pública, allí curó las dolencias de muchos, realizó milagros y reveló que era el Mesías, el Hijo de Dios... En Jerusalén, la ciudad de los poderosos, cuestionó a la autoridad religiosa y civil de su época, expulsar a los vendedores del Templo, sufrir la traición, padecer y morir. Y al tercer día resucitar...
El Animador invita al grupo a representar con movimientos, sin palabras, el relato bíblico leído o el mensaje recibido.
Pueden formarse dos o tres equipos para hacer cada uno una representación y después comentar lo que se ha recibido y transmitido.
Animador:
Escribamos nuestros nombres en el mapa de Palestina, siguiendo las huellas de Jesús.
Mientras cantamos nuevamente la canción “Tú has venido a la orilla”.
Cualquier persona que haya escuchado o leído unos pocos mensajes del Papa Francisco, podrá notar en ellos su insistencia en ciertos temas, incluso la repetición de expresiones concretas, duras, francas: la Iglesia pobre para los pobres, la denuncia de la trata de personas, recen por mí, el grito que pide paz, el rostro misericordioso de Dios, el llamado al clero a no tener actitudes principescas, ¡el salir a las periferias geográficas y existenciales!
Para muchos, Francisco es atrayente, su mensaje gusta, sin embargo ¿aplaudimos sus llamados y denuncias sólo porque nos parecen buenos o más bien porque nos empujan a hacerlos realidad? Esto se puede profundizar en el Documento de Aparecida, un hermoso texto de los obispos de América Latina y el Caribe en el que el entonces Cardenal Bergoglio tuvo una importante participación.
Periferias geográficas y existenciales Francisco repite con insistencia a la Iglesia: ¡vayamos a las periferias! El texto de Aparecida ayuda a comprender mejor esa invitación: “La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres del continente” .
¿Quiénes son estos pobres del continente? ¡Las periferias existenciales! ¿Dónde es eso? De nuevo Aparecida responde con una larga enumeración: Comunidades indígenas y afroamericanas, mujeres excluidas en razón de su sexo, raza o situación socioeconómica, jóvenes que reciben educación de baja calidad y que no tienen oportunidades, pobres, desempleados, migrantes, desplazados, campesinos sin tierra y personas con empleos informales.
También niños sometidos a la prostitución infantil, niños víctimas del aborto, familias que viven en miseria y pasan hambre, tóxicodependientes, personas con capacidades diferentes, portadores y víctimas de la malaria, la tuberculosis y VIH – SIDA, secuestrados, víctimas de la violencia, del terrorismo, de conflictos armados, ancianos excluidos, indigentes y presos que viven en situaciones inhumanas (Cfr. DA 65, 402).
Seguramente todos conocemos prójimos incluidos en esta lista. La enumeración es vasta, tal vez desalentadora, sin embargo, el mismo documento nos recuerda la esperanza cristiana, nos pide salir de la tranquilidad de nuestros templos “para proclamar que el mal y la muerte no tienen la última palabra, que el amor es más fuerte.”
Por Juan Gaitán, tomado de Catholic.net