Al Padre Luis Lasagna (en Uruguay)
Turín, 30 septiembre 1885
Mi querido D. Lasagna:
Llevo varios meses queriendo escribirte, pero mi vejez y mano perezosa me han hecho posponer ese placer. Pero ahora me parece que el sol llega a su ocaso y, por eso, creo conveniente dejarte algunos pensamientos escritos como testamento de quien siempre te ha amado y te ama.
Tú has secundado la voz del Señor y te has consagrado a las Misiones Católicas. Has acertado. María será tu feliz guía. No te faltarán dificultades ni insidias por parte del mundo, pero no sufras por ello. María te protegerá. Nosotros queremos almas y nada más. Haz que eso se oiga el corazón de cada hermano. Oh Señor: darnos cruces y espinas y persecuciones de toda clase, con tal de que podamos salvar almas y la nuestras entre ellas.
Se acerca la fecha de nuestros ejercicios en América. Insiste sobre la caridad y la dulzura de S. Francisco de Sales, al que debemos imitar; sobre la observancia exacta de nuestras Reglas; sobre la lectura constante de las deliberaciones capitulares, meditando atentamente los reglamentos particulares de las casas. Créeme, querido D. Lasagna, he tenido ocasión de hablar con algunos de nuestros Hermanos que ignoraban totalmente estas deliberaciones nuestras y con otros que nunca han leído los apartados de reglas o disciplina que se refieren a los deberes que se les confían.
Nos va amenazando otra plaga y es el olvido o, mejor, el descuido de las rúbricas del breviario y del misal. Estoy persuadido de que unos ejercicios espirituales obtendrían óptimos frutos si llevasen al salesiano a decir con perfección la misa y el breviario.
Lo que he recomendado, además, con calor a los que he podido escribir estos días, es el cultivo de las vocaciones, tanto de Salesianos como de Hijas de María Auxiliadora.
Ponte a ello, haz proyectos, no te preocupen los gastos, con tal de que obtengas algún sacerdote para la Iglesia, especialmente para las Misiones.
Cuando tengas ocasión de hablar con nuestras Hermanas o con nuestros Hermanos, diles de mi parte que he recibido con mucho gusto sus cartas, sus saludos y que experimenté un placer, más aún, un eficaz estímulo para mi corazón, al saber que todos han rezado y que siguen rezando por mí.
Sintámonos todos animados. María bendice y protege a nuestra Congregación. La ayuda del Cielo no faltará: los obreros aumentan, parece que crece el fervor. los medios materiales no abundan, pero son suficientes.
Que Dios te bendiga, querido D. Lasagna, y contigo bendiga a todos nuestros hijos e hijas, religiosos y alumnos, y que María acompañe y proteja a las familias Buxareo84 y Jackson85 y a nuestros otros bienhechores; que nos guíe a todos con seguridad por el camino del cielo.
Estoy aquí en Valsalice para los ejercicios espirituales; todos están bien y te saludan.
Mi salud está un poco floja, pero voy tirando. Que Dios nos conserve a todos en su santa gracia.
Afmo. amigo
Sac. Gio. Bosco