La fe cristiana se funda en una experiencia personal, pero tiene también necesidad de manifestarse, con palabras, con convicciones, con algunas fórmulas esenciales. Estas palabras, estas convicciones, estas fórmulas que abren el diálogo entre hermanas y hermanos creyentes y que se relacionan con la historia de Jesús. ¿Con qué palabras los jóvenes manifestarán su fe? ¿Cómo enseñarles a hablar el lenguaje de la fe? ¿A hablar la lengua del Evangelio? ¿Cómo darles acceso a lo esencial de la historia y del mensaje de Jesús? ¿Cómo llegar a manifestar la fe? Por medio de relatos.
Relatos narrados entre jóvenes y adultos, “haciendo camino”, a la búsqueda de la fe.
Antes se enseñaba a los jóvenes las palabras y los contenidos de la fe, principalmente por las vías de la explicación, de la definición, de la repetición. Hoy, ya se sabe, los jóvenes no están dispuestos para largos discursos, ni intelectual ni sicológicamente. Se muestran refractarios a la enseñanza de un lenguaje que les será desconocido. La pedagogía que ellos conocen ha roto con las prácticas de la repetición y del lenguaje abstracto.
Aprenderán a hablar la fe, hablándola con otros creyentes, de forma más espontánea que antes. En relación directa con sus experiencias. En una comunicación con testimonios que sepan hablar ya el lenguaje de la fe. Por medio de una especie de inmersión en un clima de fe. En primer lugar, pero sin exclusión, por medio de relatos.
¿Por qué los relatos?
Porque el relato es el modo más sencillo y el más universal para transmitir una historia, una memoria, una fe.
Porque los jóvenes comparten más fácilmente los relatos que las verdades abstractas.
Porque la Biblia es de principio a fin, desde Abraham hasta Pedro, Pablo y los demás apóstoles, el relato de los testigos que quieren “dar testimonio de la luz” que ilumina sus vidas (Jn 1,7-9).
Porque el Credo origen de la fe en Dios, se dice de una manera narrada (y continúa diciéndose entre los judíos, nuestros mayores en la fe). “Mi padre era un arameo nómada; él bajó a Egipto con poca de su gente… Los egipcios nos maltrataron… Invocamos a Yahvé, el Dios de nuestros padres… Oyó nuestra voz… Y Yahvé nos hizo salir de Egipto”. (Dt 26)
Porque el relato es el modo de expresión personal. Es de este modo que los jóvenes aprenderán poco a poco a tomar la palabra en su fe. ¿No pedimos con insistencia una Iglesia donde la palabra de los creyentes sea más liberada, donde se restablezca el hilo conductor entre la palabra de los hombres y las palabras de Dios?
Por lo tanto, la práctica de la narración y la concentración en algunos relatos fundamentales pueden constituir una especie de referente común: “narrar es magnificar la verdad para que se vea de lejos” (Gilles Vigneault). Y para que se vea de lejos, los relatos deben concentrarse en lo esencial.
Cinco relatos fundamentales
Sugerimos que la propuesta de fe se desarrolle y se concentre alrededor de cinco relatos fundamentales que están en el corazón de la fe cristiana. Se reconocerá fácilmente la secuencia tradicional de la historia de la salvación. Son:
• el relato de una tierra amada, visitada y habitada por Dios
• el relato de la génesis de la vida y del destino del universo
• el relato del sueño perdido y de la esperanza encontrada
• el relato de la llamada a la fraternidad entre los hombres
• el relato de las cosas empezadas pero aún no acabadas
Veamos en estos relatos el esfuerzo para manifestar hoy las “razones comunes” que nos reúne en la fe. Los relatos no remplazan el Credo. Pero en lo que constituye lo fundamental del Credo, se encuentra la cadena histórica de los relatos que sugerimos aquí. Conviene despejarlos, y ponerlos de relieve.
Son relatos para narrarlos a los niños, y a los jóvenes, con motivo de los itinerarios efectuados en familia, en los centros escolares, en las parroquias, en los movimientos. No como contenidos para pasar, sino relatos que hacen pensar, que aclaran lo que se está viviendo, que invitan a ver más lejos, a ir más lejos. Como el camino que el Etíope hace en compañía con el diácono Felipe, los dos comparten relatos de vida, a la luz del relato del servidor que sufre, del profeta Isaías.
Son relatos para tejerlos con los acontecimientos diarios. Con las peleas y altercados de la vida.
Ser creyente, descubrir en su historia personal algo de una historia “Santa”. Es ser capaz de narrar esta historia “Santa” de la vida diaria, relacionarla con los relatos de los primeros hermanos y hermanas en la fe, con el legado de todos los que buscan a Dios desde Abrahán y Sara y con el testimonio de Jesús de Nazaret y de sus primeros discípulos.
Hay que ver en estos cinco relatos fundamentales como cinco constelaciones alrededor de las cuales conviene reagrupar varias páginas y múltiples episodios de la Biblia que aportan una misma luz, que reflejan un mismo mensaje, que enriquecen las mismas convicciones. Subrayemos que estos relatos son para “relacionarlos con la experiencia de los jóvenes en la cultura de su tiempo”. Es para comprenderlos, no en el sentido reductor, donde habría que establecer puentes con la cultura, como si los dos universos se considerasen distantes, sino en el mismo sentido donde la fe nace y se infiltra en la cultura. Como el agua moja el suelo. Como tantos hilos formando un único tejido el tejido de la vida. No hay fe sin tejer los hilos que los une con la cultura.
Indicamos igualmente, relacionados con estos relatos, los elementos particularmente importantes de la tradición cristiana que deberían enriquecer la imaginación y la memoria de los jóvenes. Han sido presentados con el título” elementos de memoria”. Queremos señalar la importancia de la memoria en la transmisión y en la propuesta de fe. La memoria, es a lo largo de la vida, “la facultad deliciosa que revitaliza el corazón” (J. Guitton).
1. El relato de una tierra amada y visitada por Dios
En el corazón da la fe cristiana, existe la certeza de que esta tierra es amada por Dios. El la ha visitado. El la habita. El ha querido establecer una alianza con la humanidad, a través la historia humana. Hizo una alianza con Abraham y Sara, y sus descendientes. En Jesús se ha renovado esta alianza con todos los pueblos de la tierra.
La fe que se transmite hoy pasa aún a través de la historia y de la vida, a través de la carne y la sangre de las personas que creen en Él, que lo han encontrado. Transmitir o proponer la fe, es hacer eco de este encuentro con Dios, es invitar a los demás a hacer lo mismo.
• En relación con la experiencia de los jóvenes y la cultura del momento:
– el sentimiento de soledad que pesa sobre tantos jóvenes;
– la búsqueda de un sentido a la vida;
– la necesidad de amar y de ser amado;
– la experiencia del tiempo: ¿el mundo gira describiendo un círculo?
– el interés por los encuentros con los extraterrestres y por la vida en otros lugares;
– el sentimiento de un Dios a veces lejano y mudo.
• Elementos de memoria:
– la llamada y el destino de Abraham y de Sara;
– la misión del joven Moisés;
– los relatos de la Anunciación y del Nacimiento de Jesús;
– las relaciones de Jesús con los habitantes de Palestina;
– los encuentros con sus discípulos después de la Resurrección;
– el testimonio de las creyentes y de los creyentes de nuestro tiempo.
2. El relato de la génesis de la vida y del destino del universo
¿De dónde viene el mundo? ¿A dónde va el universo? ¿Hacia qué nada absoluta? ¿Hacia qué océano? La astrofísica hoy fascina y da vértigo cuando habla del origen del universo y de su destino. El mismo vértigo nos invade cuando se trata de nuestro origen, de nuestra muerte.
La fe ilumina, a su manera, la pregunta sobre los orígenes y el fin de la tierra y de los hombres. Es importante, en un tiempo de descubrimiento progresivo del espacio y de interrogantes sobre el porvenir, retomar los relatos sobre la fe para superar una “ingenuidad primera” – todo sucedió al pie de la letra como está escrito en la Biblia- y llegar a una inteligencia renovada en la fe en un Dios bueno y creador del universo.
• En relación con la experiencia de los jóvenes y la cultura de su tiempo:
– los datos de la astrofísica: el big bang y el origen del universo;
– el progreso de la conciencia ecológica;
– el concepto de la evolución cósmica;
– el universo de las películas de ciencia ficción;
– el amor a este planeta, la protección del medio ambiente;
– el concepto del cuerpo, de la sexualidad, del trabajo;
– el drama de la muerte;
– un mundo en busca de reconciliación.
• Elementos de memoria:
– las páginas del Génesis sobre la creación;
– el relato del diluvio;
– las reflexiones del Libro de la Sabiduría;
– Jesús frente al mal, a la enfermedad, a la muerte;
– el acontecimiento de la Resurrección y de la transformación;
– las visiones del cielo nuevo y de la tierra nueva en el Apocalipsis.
3. El relato del sueño perdido y de la esperanza encontrada
La Biblia es a lo largo de la historia un sueño perdido y una esperanza encontrada. Dios se revela sin cesar como alguien que ofrece el futuro. Es el Dios de las promesas y de la llamada a la libertad. El ve la miseria de su pueblo y jura liberarlo. En la muerte de Jesús, el sueño nuevo se rompe, con su Resurrección, es “el primero de los vivos”.
De todos los relatos, éste es de entrada el más fundamental, el más esencial. También el más duro. El más liberador.
• En relación con la experiencia de los jóvenes y la cultura de su tiempo:
– la experiencia del mal y nuestras limitaciones;
– el final de las ideologías y la pérdida de las esperanzas;
– el concepto de la compasión, de la lucha por la justicia;
– el deseo de la salud y de la salvación para todos;
– las experiencias de liberación en acción por el mundo;
– la esperanza a pesar de todo, a pesar de una vida rota, más allá de la muerte.
• Elementos de memoria:
– el acontecimiento del Éxodo;
– el relato del origen del pecado;
– los episodios de Jesús liberador del mal y del pecado;
– el drama del amor-pasión de Jesús;
– el acontecimiento de su muerte y resurrección.
4. El relato de la llamada a la fraternidad entre los hombres
Las dificultades de las relaciones entre las personas: dramas en las familias, divisiones entre los grupos, conflictos entre los pueblos. Deseos de paz, proyectos de solidaridad, luchas por la justicia. Es el problema fundamental de vivir juntos.
¿Cómo alcanzar a lograrlo? ¿A qué son llamados los hombres? ¿Son posibles la comunicación y la comunión? ¿Cómo conocer el futuro del hombre? ¿Cuáles son los caminos de la humanidad?.
• En relación con la experiencia de los jóvenes y la cultura de su tiempo:
– las relaciones en las familias y las relaciones entre los pueblos;
– el respeto y la dignidad de toda persona;
– el concepto de justicia y la distribución de las riquezas;
– las relaciones interétnicas e interreligiosas;
– la lucha contra la violencia y la exclusión;
– la experiencia democrática;
– las alegrías y las esperanzas del mundo.
• Elementos de memoria:
– el relato de la torre de Babel;
– la vocación del pueblo judío;
– las tablas de la Ley en el Sinaí;
– las ocho bienaventuranzas;
– el acontecimiento de Pentecostés;
– la misión de la Iglesia, signo entre las naciones;
– la experiencia de las primeros comunidades cristianas;
– algunas páginas de la historia de la Iglesia;
– la Eucaristía, signo de comunión, en memoria de Jesús;
– el sacramento de la reconciliación.
5. El relato de las cosas empezadas pero aún no acabadas
La fe nos sitúa sin cesar entre el “ya” y el “aún no”. Este mundo está ya salvado, espera aún su liberación. La vida se ha manifestado ya en Jesús, ella no se ha cumplido aún en su plenitud.
La fe gira hacia el presente, helo aquí: el Espíritu de Dios está en acción en el mundo, tenemos que discernir “los signos de los tiempos” y vivirlos en la justicia. La fe gira también hacia el futuro, el Espíritu aún no: “Esperamos al que está aún velado”, “El que supera todo lo que llega al corazón del hombre”, “los cielos nuevos y la tierra nueva”.
• En relación con la experiencia de los jóvenes y la cultura de su tiempo
– significado de nuestros compromisos;
– los progresos y las promesas de la ciencia;
– la fragilidad de las realizaciones humanas;
– la incertidumbre de los días siguientes;
– los esfuerzos de previsión y de futuro;
– los “signos de los tiempos”;
– actuar de forma local, pensar de forma global.
• Elementos de memoria:
– la esperanza de los profetas;
– las parábolas del Reino;
– el bautismo, llamada a caminar en la confianza y la libertad;
– la eucaristía, pan de vida, germen de vida eterna;
– la Iglesia, signo del Reino, en continua evolución;
– el fin de los tiempos y el más allá: juicio, infierno y gloria;
– el cumplimiento final del universo y de la historia.
Este enfoque, a la vez antiguo y nuevo, por medio de algunos relatos fundamentales, merece ponerse a prueba. Es importante que todos los intervinientes en la propuesta de la fe tengan un fondo de lenguaje común, para que la comunidad se forje por sí misma una memoria común y una única misión de fe.