En nuestra vida espiritual, el papa Francisco apuesta a los pequeños gestos capaces de transformar nuestro mundo. Los movimientos ecologistas han acuñado el lema «Pensar globalmente, actuar localmente», que expresa nuestra responsabilidad por el mundo en los pequeños pasos que damos. Un camino de poner esto en práctica son las ocho «R».
El resultado de la fórmula es evidente: menos bienes, menos gastos; menos explotación de los recursos naturales, menos contaminación y residuos. No hay que dejar de consumir, sino hacerlo prudentemente. Todos hemos visto cómo las magdalenas están envueltas individualmente en bolsas de plástico que a su vez son envueltas todas ellas por una bolsa mayor. Nos dirán que es por guardar su frescura, por higiene o para que no pierdan su forma en sus largos transportes; pero lo cierto es que cuesta cada vez más ver productos que no estén mil veces envueltos en plásticos y cartones que no hacen más que generar enormes cantidades de residuos en las casas.
Algunas claves para reducir la basura:
• Comprar productos con la menor cantidad de envases y de producción local para evitar transporte y refrigeración.
• Comprar productos de envases reciclables para que se puedan reutilizar.
• Minimizar el uso de artículos desechables.
• No dejar correr el agua innecesariamente, por ejemplo, cepillándote los dientes o lavando los platos.
• Apagar luces y artefactos que no se están utilizando.
• Comer menos carne, porque la producción de carne exige el cambio de uso de suelos y produce mucho metanol, que es uno de los gases invernaderos.
• Prescindir del aire acondicionado cuando sea posible y no enfriar los ambientes más de lo necesario.
• Enfriar el refrigerador en lo mínimo; eso es suficiente.