La síntesis que Don Bosco hizo sobre la relación educativa no brota esencialmente de estudios teóricos sino que parten de su vida y de buscar respuestas a los desafíos de su tiempo guiado por una mirada de fe muy clara. La trayectoria de su vida desplegada por entero a una causa específica como fueron los jóvenes pobres y en peligro, hizo que estas síntesis de su actuar cotidiano tomaran la fuerza que le otorga una reflexión profunda y esperanzadora.
La fe es fundamental para entender su práctica educativa y las relaciones que fue generando; ya en sus Memorias aclara con mucha fuerza que las escribe para “...dar a conocer cómo Dios mismo guió siempre todos los sucesos.” (Escritos de Don Bosco, Memorias del Oratorio)
Este estilo educativo cristiano se fundamenta en el método del Buen Pastor (Juan 10, 1-18) y se centra en la relación interpersonal y amorosa entre educador/es y educando/s.
EDUCACIÓN POPULARPedagogía crítica desarrollada en América Latina a fines de la década del 60 que entiende a la educación como una acción transformadora de las personas y el mundo en que viven. Basada en la experimentación y la reflexión como métodos de aprendizaje, la educación debe promover la toma de conciencia y autonomía de las personas.
Desde una perspectiva interdisciplinar se considera que la persona humana (y su dignidad) están en el centro del hecho educativo. La persona es nudo de relaciones: es feliz y se realiza en la medida que vivencia sus relaciones con Dios, consigo mismo, con los demás y con el mundo.
Para comprender qué entiende Don Bosco por educación en su sistema pedagógico necesariamente se debe ir a su historia personal. En su niñez Juan Bosco descubrió en su madre una pedagoga excepcional, desde su ser analfabeta pero con toda la sabiduría de la vida, fue delineando junto a su personalidad, un estilo concreto de acompañar, transmitir, estar atento y dispuesto, saber escuchar, ser solidario y generoso.
El primer maestro de Juan Bosco fue Don Calosso, alguien que lo impactó y afectó su vida con su presencia.Para Don Bosco, el profesor Pedro Banaudi: “...representaba un verdadero modelo de maestro. Consiguió hacerse respetar y amar por sus alumnos sin imponer jamás castigo. Amaba a todos como hijos y los estudiantes le querían cual un padre entrañable.” (Memorias del Oratorio) Así fue modelando su manera de estar presente en la educación de aquellos jóvenes.
“La prevención es fruto de la presencia educativa, denominada asistencia salesiana. La amabilidad es el principio supremo y la estrategia metodológica, específica del Sistema.” (Carta de Roma, Don Bosco, 1884)
La experiencia educativa es una convivencia cordial que crea las condiciones de diálogo, de mutua escucha y complementación, haciendo del joven el protagonista de su propio destino, y al educador, el testigo de los valores que inculca, el amigo que lo acompaña y el orientador respetuoso. De ahí que, una dimensión fundamental de la asistencia es cuidar y formar el ambiente. Éste no es meramente un medio, es más bien una atmósfera, una forma de vida que compenetra todos los medios y que llega a ser su razón de ser.
¿Qué significa prevenir hoy?
¿Debe ser la asistencia una acción intencionada, planificada y evaluada?
Lo preventivo enriquece lo educativo, pero ¿qué significaba “prevenir” para Don Bosco? Ante todo, prevenir significaba fortalecer el bien antes que centrarse en el mal. Es un camino de encuentro centrado en el joven y la persona de Jesús que busca descubrir lo mejor de sí mismo (educador-educando) para desarrollarlo en toda su potencialidad (santidad). Es un proceso que involucra a toda la persona.
“Para Don Bosco “prevenir” era llegar a tiempo a la vida del muchacho (...) llegar a él, ante todo, con la comprensión del amigo para ganar la confianza, fundamentar una indispensable seguridad afectiva y moral, despertar todas sus energías personales de bien y acompañarlo en un itinerario de consolidación y de crecimiento formativo.” (Fernando Peraza SDB)
Este camino-encuentro se realiza en el marco de cuatro dimensiones espaciales y espirituales (casa, patio, parroquia, escuela) y sobre la base de tres pilares (cariño, racionalidad y espiritualidad). Este es un presupuesto epistemológico-metodológico irrenunciable.
Para el Sistema Preventivo la relación educativa incluye el concepto de asistencia. La asistencia es una presencia activa y preveniente en la vida del joven basada en la relación personal. Es una presencia amorosa y animadora de su desarrollo. Es un vínculo en el cual el joven se siente incluido, mirado, atendido.
El Sistema Preventivo es un estilo de vida extremadamente personalizado y por ello la asistencia es expresión e instrumento fundamental. La asistencia es el centro del Sistema Preventivo.
Marco Raúl Mejía, Educador Popular colombiano, identifica en el surgimiento de la Educación Popular cinco grandes vertientes. Deteniendo la mirada especialmente en los rasgos de la relación educativa que emergen en cada momento histórico, el primero se ubica en las luchas de independencia latinoamericanas, período en el que se palpa la necesidad de organizar en las repúblicas nacientes un sistema de educación para todos, y en el que algunos pensadores de la época asumieron el desafío de construir un sentido americano.
Más adelante, en la primera mitad del siglo XX, período de construcción de universidades populares en América Latina, las experiencias de Perú, El Salvador y México destacan por ofrecer espacios de democratización de la cultura, procurar educación para los trabajadores, despertar su responsabilidad histórica así como generar un cambio de actitud de la población frente a los problemas sociales para una oportuna solución.
La escuela Ayllu de Warisata en Bolivia es una de las más representativas en la tarea de construir una escuela propia a partir de la sabiduría aymara y quechua. El maestro Elizardo Pérez junto con referentes de las comunidades aymara desarrollan un proyecto educativo innovador que alternaban jornadas de trabajo colectivo de tradición comunal, con las horas destinadas al estudio. Su horizonte era una escuela de acción por la vida y para la vida.
En la década del 60 del siglo XX vuelven a surgir búsquedas de una “educación popular”, caracterizado por un gran desarrollo teórico-práctico que posibilita procesos de elaboración conceptual de gran riqueza. Paulo Freire, miembro del Movimiento Cultural Popular de Recife, es uno de sus más claros exponentes. Este estilo de educación necesita desarrollarse en un espacio de encuentro, de diálogo, es un proceso netamente colectivo y dialógico.
Nadie lo conoce todo ni nadie lo desconoce todo; nadie educa a nadie, nadie se educa solo, los hombres se educan entre sí mediados por el mundo
Paulo Freire)
Siendo que la Educación Popular toma diversas formas y acentos según su contexto y momento histórico, ¿qué rasgos tendría una propuesta educativa anclada en el Uruguay actual?
¿Qué es lo comunitario o colectivo en el siglo XXI?
Si bien la Educación Popular adquiere las formas pedagógicas del contexto y la cultura donde se desarrolla, su meta final es siempre la misma: apoyar la conciencia colectiva y la organización de los sectores populares. Para ello se vale de la participación social como herramienta ineludible para la construcción colectiva y horizontal.
De este modo propone una nueva relación educativa. En el pasado fue planteada como una relación vertical de autoridad: «maestro» era aquel que poseía el conocimiento, el criterio y la prudencia para enseñar aquello que era digno de conocerse. Las críticas a esta educación han sido pertinaces.
En contraposición, se ha hecho común la búsqueda de un nuevo tipo de relación educativa que niegue la verticalidad de la relación anterior, sitúe al educando como sujeto activo del proceso educativo y defina la educación como un diálogo de culturas.
Es un nuevo tipo de relación educativa donde es fundamental la participación de los educandos en el proceso educativo, la negación de todo tipo de manipulación y adoctrinamiento, la generación de consciencia crítica, respeto hacia las culturas populares, y partir de los problemas reales para el aprendizaje.
Ahora bien, existe un problema que esta nueva concepción educativa enfrenta en su desarrollo. En una relación educativa se encuentran, al menos, dos tipos de sujetos que poseen características distintas entre sí. Por un lado los participantes «beneficiarios» de los proyectos (campesinos, pobladores, obreros, educandos) y por otro los participantes «educadores» (técnicos, promotores). Estos segundos suelen ser agentes externos a la comunidad, con una formación escolar o académica de nivel superior. La relación educativa entre ambos tipos de participantes es el centro vital de esta pedagogía, pero es también una relación preñada de problemas y ambigüedades. Posee un tono positivo, por cuanto los sectores populares participan motivados por el interés genuino de mejorar su situación y los agentes externos lo hacen con una voluntad de colaboración. Sin embargo, la asimetría de la relación puede trastocar las buenas intenciones. Es una tensión que vale la pena hacer siempre consciente.
¿Cómo hacer para que la asimetría no caiga en una verticalidad demagógica, y la simetría en una horizontalidad confusa?
¿Cuál es la riqueza de incorporar la participación como práctica natural en la educación?
Elaborado a partir de una serie de producciones teóricas y reflexivas en ocasión del SEMINARIO-TALLER: Pedagogía salesiana y Educación popular. Claves conceptuales y metodológicas para la intervención social y educativa que se realizara en el Instituto Salesiano de Formación (ISF) en 2015, el presente material pretende acercar parte de su contenido a educadores y animadores, así como motivar el debate y la búsqueda de nuevas preguntas y nuevas respuestas.
En este caso se ha tomado como referencia el texto elaborado por Claudia Cúneo, Carlos Garré, José Luis Morillo, con los aportes de Blanca Acosta y Pilar Ubilla.