Me presento soy la hna Silvia Ortega HMA, actualmente estoy en la casa de formación (Aspirantado). Cuando se me pedía compartir sobre la vida religiosa y el sentido misionero, lo primero que constato al pensar la pregunta, es que no pienso mi vida sin la misión, es decir, no pienso mi vida sin los jóvenes en concreto, que son el horizonte y el motivo de nuestra entrega…
Sí pueden ir cambiando los servicios en relación a esto, hoy puedo estar en la casa de formación, mañana en un patio, mañana en la dirección de una obra social o colegio, es decir las expresiones de mi misión pueden ir cambiando y la respuesta en los diferentes escenarios serán distintas, en cuanto que son desafíos distintos, pero el sentido desde donde yo lo vivo y me dono siempre está concentrado en que mi vida es para Dios en el servicio a los jóvenes, y eso no lo puedo perder. Si ese sentido no lo tuviera, estaría en mi consagración un poco desorientada, y acá me ayudaría a que me comprendieran, un dicho popular: “estaría como piojo en cabeza de un pelado”, un poco desubicada.
Sin una fuerte conciencia de misión, de para QUIEN y quienes vivo la vida consagrada, pierde su sentido, su razón de ser. Porque entiendo que es el para…el que nos pone en clave de donación, de entrega, de misión…y eso siempre tendrá un gustito a Jesús.
Y no quiero que se entienda que esto queda reducido en lo que hago, va más allá de lo que pueda o no hacer, porque pienso con mucho cariño y gratitud en mis hermanas de Madre Promis
, que por su edad y “nanas” no pueden hacer mucha cosa, pero el sentido misionero lo tienen fuerte y de ellas aprendo tanto de misión y entrega…en ellas veo lo de Don Bosco: “Le prometí a Dios que hasta mi último aliento sería para los jóvenes.”
Que así sea, en mi vida y en la de tantos que se consagran en nuestra familia salesiana.