{jcomments off}El acto de creer es siempre resultado de un compromiso de nuestra libertad. Cada uno sólo puede hablar de la fe a los otros desde el fondo de su propio acto de creer. Por tanto, para el cristiano, ofrecer el testimonio personal de su propia fe es decir: esto es lo que me hace feliz, lo que me hace vivir. El testimonio personal – tuyo, mío, de nosotros– es el de una experiencia que se dirige a otras experiencias: “Yo lo he vivido ¿Les dice algo a ustedes?”. ¿Puede la fe hacerse contagiosa, como lo era en los primeros siglos, en los que el «boca a boca» fue el gran factor de difusión del evangelio?
«sé de quién me he fiado» (2 Tim 1,12). Este esquema de catequesis puede ser compartida en grupos de adolescentes grandes o jóvenes.
Nuestra vida, como nuestra fe, no se construye de la noche a la mañana, se va haciendo poco a poco. El camino de la fe y de la vida tiene diferentes etapas.