"Los tiempos litúrgicos acompañan nuestro año, nos van dando señales, palabras, mensajes, guiños que iluminan nuestras decisiones y discernimientos. Algunos años, nos sentimos en más sintonía con la palabra de Dios, y otros, necesitamos de otras fuentes para nutrir nuestra espiritualidad: personas, libros, acontecimientos, o sencillas situaciones de la vida cotidiana. De alguna u otra manera, Dios siempre nos está hablando, en nuestra vida y en nuestra realidad, a veces con palabras y otras con silencios.
Ahora estamos en tiempo de Pascua; el paso de la vida a la muerte, de la transformación, la Resurrección de Jesús; el encuentro con el resucitado, nuestro encuentro con el resucitado… ¿Cómo dar paso a la vida en esta situación? ¿Cómo dar paso a la vida en medio de una pandemia, que me tiene encerrado en casa? ¿Cómo anunciar el Reino cuando siento que mi vida está en pausa? Una pregunta que suena similar a ¿cómo puede un hombre nacer de nuevo?
Jesús no deseó una pandemia, Jesús no nos habla a través de la pandemia como un mal que nos envía para que aprendamos una lección, porque Jesús nos ama y no nos desea ningún mal. Pero Jesús nunca nos deja solos. Jesús nos acompaña en la pandemia, nos quiere abrir los ojos para ayudarnos a leer nuestro tiempo con fe y optimismo, con otra mirada, para encontrarle un sentido a este tiempo, para construir un aprendizaje, para crecer como sociedad en amor y humanidad. Él sigue insistiendo, una y otra vez, sigue llamando a nuestra puerta. Nos grita, una vez más: “Acá estoy y me quiero encontrar contigo, ¿me dejás entrar?”. Nos insiste en que tengamos fe, en que no temamos. Quizá nosotros insistimos en que el sepulcro está vacío, pero no es allí donde tenemos que mirar, porque Jesús está vivo, y está entre nosotros, estemos donde estemos."
"Cada uno de nosotros tiene sus propios tiempos para dejar de ver al sepulcro vacío. María Magdalena lloró hasta que Jesús la llamó por su nombre, y en ese preciso momento, ella lo reconoció; allí ocurrió la Pascua por primera vez para ella, allí fue Pascua en su vida y en su realidad concreta. Está en cada uno de nosotros darnos el tiempo para abrir los ojos y encontrarnos con el resucitado, reconocer su voz en medio de nuestra realidad. Encontrarme con el Resucitado, es saberme acompañada por Él; descubrirlo en mi encuentro cara a cara y decirle “Maestro”; porque él es infinito y siempre tiene algo nuevo para enseñarme.
En estas circunstancias hemos perdido un poco la noción del tiempo, los horarios, y la rutina, no sabemos cuánto durará la pandemia y por momentos nos cuesta encontrar sentido. Pero Dios siempre tiene algo nuevo para mostrarnos, siempre encuentra la manera de sembrar, iluminar, transformar y resucitar en nuestras vidas. El Espíritu sopla, no sabe de dónde viene, ni a dónde va, y el Espíritu es fruto de la Resurrección; así que dejémonos guiar por Él.
Dichosos nosotros, que en tiempo de pandemia, se nos regala un tiempo de Pascua, para encontrar al resucitado, para dejar de ver el sepulcro vacío, para reavivar el fuego y corazón de nuestra fe, para encontrarnos cara a cara a solas con Dios, para dejarnos guiar por el Espíritu…"
Paula Bonfiglio
Comunidad CML - Centro Monseñor Lasagna