"En tiempos de aislamiento me permití pensar, reflexionar, cuestionarme, preguntarme. Desde mi casa siento la necesidad de marcarme algunos trazos claros para el futuro, para cuando esto pase porque, obviamente, me voy a olvidar y la vorágine de la cotidianeidad me llevará a olvidarme relativamente rápido de este tiempo y lo que en él aprendí.
La importancia del encuentro con los otros, desde lo que uno tiene y es. Que patente se hace el día de hoy la necesidad de poder intercambiar con los demás que me rodean. Con familiares que no sean los del círculo más íntimo, con amigos, con compañeros de animación, con animandos, con alumnos, con compañeros de trabajo. Y no hablo de intercambios que sean trascendentales, que sin duda son sumamente necesarios, sino que hablo de intercambios banales. El beso y el abrazo de cada día, el ¿cómo estás?, ¿en qué andas?, el encuentro con los rostros de los pibes en la clase, sus miradas de ¿qué me estás queriendo explicar? o ¿para qué me sirve esto?
El encuentro con el amigo, con el típico, ¿sale una cerveza? o ¿nos juntamos a charlar? Cuántas veces en estos años pospuse esto por el estudio, porque estoy cansado, porque lo puedo hacer cuando empiece el verano y este más “liberado” o porque: “que buena está la serie con la que me enganche y no tengo ganas de salir al encuentro porque me embola moverme de casa”. Hoy, me doy cuenta de todas las excusas que puse para, de alguna manera, justificarme, y, de alguna forma, me doy de cara con la verdad de: que desordenadas estaban mis prioridades."
"Seguro que si elijo salir y pospongo el estudio o el trabajo, demoraré más en recibirme o no ganaré más plata. Pero ahora no tengo dudas, no me interesa atrasarme o ganar un poco menos, porque seguro en algún momento me voy a recibir y tampoco preciso tanta plata para vivir, porque soy un agradecido a Dios de lo que tengo, y en definitiva, como dijo el Papa Francisco, y creo que cualquiera que no sea católico también lo entenderá, -Nunca vi un camión de mudanzas detrás de un cortejo fúnebre-.
Por lo tanto, elijo compartirme más con aquellos que había pospuesto erróneamente. Con esos que estarán para compartir las buenas y dividir las malas y que se hagan mas llevaderas. Elijo estar para el asado, y para el baile, para la charla y para el mate, para la cerveza y la juntada improvisada. Para el domingo en familia con la mesa grande a pesar de tener un parcial el otro día.
Hace unos días que vengo escuchando una canción y la tengo como himno. La Catalina en el carnaval del 2008, cantó en su despedida: “Si he de morir, que me muera de tanto vivir” y eso es lo que quiero. Que quede claro, no es que este pensando en mi muerte todo el tiempo, sino que quiero vivir con la certeza de que estoy dando todo lo que tengo, trabajando para un mundo más justo y además con mis prioridades claras con respecto a mis vínculos, teniendo en claro que es lo que vale y es lo que quiero vivir.
En unos días me independizaré, y me iré con esto impreso en una hoja bien grande para colgar en la heladera. Para que en unos meses, cuando este encarando la última materia de la facultad, un examen o la corrección de 200 escritos, no diga que no “tengo tiempo” porque siempre lo tuve y ahora me doy cuenta de ello. Y tenga en claro dos cosas:
-No hay mayor amor que dar la vida por mis amigos-, es decir jugándomela por aquellos cercanos y por los necesitados, abandonando la rutina sin sentido y viviendo plenamente una vida con sentido, como dice la murga -Si he de morir, que me muera de tanto vivir-."
Nicolás Nazarenko
Animador en Preuniversitario Juan XXIII