El domingo pasado fuimos con el Oratorio Miguel Magone al barrio Don Bosco de Alta Gracia (Córdoba, Argentina) a “la placita del barrio”. Hicimos un día de Oratorio… la plaza estaba llena de pibes, de gurises. Había fútbol por allá, dibujo por acá, la mancha corría de un lado para el otro, etc. Llega la famosa hora de la merienda y la típica actuación oratoriana: Un joven triste que caminaba desolado, otro distraído y hablando por celular a los cuales, un grupo de oratorianos, invitan al Oratorio, se animan a ir y se vuelven felices.
Uno de los actores pregunta al público -lleno de niños y animadores- si sabían lo que era el Oratorio. Una nena del público - debía tener unos 4 años- gritó contundentemente “Siiiiii”. Y a los segundos volvió a gritar “¡Es un país!”.
Inmediatamente me entré a reír a carcajadas y contagie la risa a otros animadores que escucharon a aquella niña. “Un país”, pensé… “¡son tremendos estos pibes!” mientras me seguía riendo…
Pero en el fondo, algo me había hablado, algo me había dicho que allí había algo más.
¿Y si el Oratorio fuera un país? ¿Cómo sería si fuera un país?¿Y si el Oratorio no fuera un país? ¿Y si fuera un continente? ¿Y si fuera un mundo? Es más… ¿y si fuera una galaxia?
Y si el País del Oratorio sea un anticipo del Reino, como lo dijo Jesús… “el Reino esta entre ustedes…ya está aquí” … solo hay que completarlo, trabajarlo y purificarlo para que sea completamente realidad.
¡Tal vez con el Oratorio sea lo mismo!
El Oratorio ya está aquí… y tengamos que seguir laburando para que algún día, el Oratorio sea un país… ese lugar donde querramos vivir y querramos estar.
Tal vez así lo soñó Don Bosco…
Ojalá podamos llevar ese País del Oratorio a cualquier lugar. Es más… ¡que no existan las fronteras! Que podamos sentirnos como ciudadanos del Oratorio, ciudadanos del Reino de Dios… en cualquier lugar, con cualquier hermano, con cualquier pibe… y trabajar por Dios, en los pibes, a la manera de Don Bosco.
Y ahí dejé de reírme. Y entendí lo que Jesús decía de “sean como los niños” y que en sus dichos esconden grandes verdades.
De reírme de la frase de una niña, entendí que Dios estaba allí. En esa pequeña pero sabia niña de 4 años… Dios estaba hablando. Diciendo que el Oratorio es un país. Y sí, efectivamente el Oratorio es un país. Y ojalá así lo sea.
Buenas noches.