Para poner de relieve la importancia de la fe en la vida de los creyentes, podemos detenernos en tres términos que utiliza san Pablo en el versículo: “arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe” (Col. 2,7).
Aquí encontramos tres imágenes:
Se trata de imágenes muy elocuentes. Antes de comentarlas, hay que señalar que en el texto original las tres expresiones, desde el punto de vista gramatical, están en pasivo: quiere decir que es Cristo mismo quien toma la iniciativa de arraiga, edificar y hacer firmes a los creyentes.
Un árbol firmemente está plantado en el suelo por medio de las raíces, que le dan estabilidad y alimento. Sin las raíces sería llevado por el viento y moriría. ¿Cuáles son nuestras raíces? Naturalmente, los padres, la familia y la cultura de nuestro ambiente son un componente muy importante de nuestra identidad.
La Biblia nos muestra otra más.
El profeta Jeremías (17, 7-8) escribe:¡Bendito quien confía en el Señor
y busca en él su apoyo!
Será un árbol plantado junto al agua,
arraigado junto a la corriente;
cuando llegue el calor,
no temerá, su follaje seguirá verde,
en año de sequía no se asusta,
no deja de dar fruto.
Echar raíces, para el profeta, significa volver a poner su confianza en Dios. De Él viene nuestra vida; sin Él no podríamos vivir de verdad: “Dios nos ha dado vida eterna y esa vida está en su Hijo” (1 Jn. 5,11).
Jesús mismo se presenta como nuestra vida (Jn 14,6). Por ello la fe cristiana no es sólo creer en la verdad, sino sobre todo una relación personal con Jesucristo. El encuentro con el Hijo de Dios proporciona un dinamismo nuevo a toda la existencia. Cuando comenzamos a tener una relación personal con Él, Cristo nos revela nuestra identidad y, con su amistad, la vida crece y se realiza en plenitud.
Como las raíces del árbol lo mantienen plantado firmemente en la tierra, así los cimientos dan a la casa una estabilidad perdurable. Mediante la fe estamos arraigados en Cristo, así como una casa está construida sobre los cimientos. En la historia sagrada tenemos numerosos ejemplos de hombres de Dios que han edificado su vida sobre su Palabra:
Nuestro padre en la fe obedeció a Dios, que le pedía dejar la casa paterna para encaminarse a un país desconocido. “Abrahán creyó en Dios y esto le fue tenido en cuenta para su justificación y se le llamó amigo de Dios” (St. 2,23). Estar arraigados en Cristo significa responder concretamente a la llamada de Dios, fiándose de Él y poniendo en práctica su Palabra.
Podemos añadir nuestra reflexión como educadores a la identidad carismática de nuestra casa…
1. Acudiendo a nuestra propia experiencia personal:
2. Proyectando nuestra reflexión sobre nuestra Comunidad Educativa Pastoral:
3. Profundizando el sentido creyente de nuestra misión educativa con: