Esta ficha de trabajo es parte del cuaderno de formación de SEPSUR (Secretariad Pastoral del Sur) que se propone a los agentes pastorales de todas las casas salesianas.
El objetivo general del cuaderno y de estas fichas es ayudar a redescubrir la "significatividad de la actual praxis pastoral, a partir de la revisión de enfoques y metodologías desde una perspectiva socio-política y carismática".
Reconocer la espiritualidad como diálogo que el ser humano realiza mediante la búsqueda de la trascendencia desde la religiosidad y otras experiencias de Dios, para discernir el aporte que realiza la Espiritualidad Juvenil Salesiana en nuestras prácticas pastorales.
Te invitamos a descubrir en los personajes que presenta el video algunas situaciones que nos ayudarán a reflexionar.
¿Qué opino de la propuesta y el desafío del profesor?
¿Qué sentimientos me despierta la reacción del alumno?
¿Desde dónde el estudiante habrá dado la respuesta: desde sus conocimientos de filosofía, historia, religión, antropología, su experiencia espiritual, su historia familiar, etc.?
Cuando escuchamos los términos "Espiritualidad" y “Religión”
- ¿con qué palabras los asociamos?
- ¿Cómo crees que ayuda la religión a vivir la espiritualidad? ¿Por qué?
- ¿Pensamos nuestras propuestas pastorales desde la religión o desde la espiritualidad?
A partir de los últimos 5000 años la espiritualidad del ser humano se ha revestido bajo la forma concreta de las religiones. Por la revolución agraria el ser humano abandona la forma nómada y comienza a construir formas sociales urbanas y allí surgen las religiones. La espiritualidad de siempre adquiere forma de las religiones modernas que asumen una función de control de la sociedad y en la socialización del ser humano. La religión da a los hombres una cosmovisión más amplia, una identidad y conciencia de pertenencia, los grandes relatos que organizan el bien y el mal frente al posible caos ético y sobre todo la internalización de la autoridad y de la obediencia como resortes de poder, imprescindibles para manejar y hacer viable una sociedad.
En este proceso la espiritualidad fue quedando atrapada por el campo de la religión. En nuestros tiempos, así como a lo largo de todo la historia, podemos contemplar diversas formas espirituales que surgen y dan respuesta a esta sed de infinito de los seres humanos y que no necesariamente están bajo las formas de las religiones tradicionales.
La religión es una forma de las muchas en que se puede expresar esa realidad omni-abarcante y máximamente profunda que es la espiritualidad.
El ser humano crece y madura en todas las dimensiones mediante la experiencia relacional que le ayuda a buscar el sentido de la propia vida. Por su naturaleza busca trascender y trascenderse; esta búsqueda la realiza mediante uno mismo, los otros y el OTRO.
Las preguntas que nos nacen ante esta búsqueda son: cómo buscamos, cómo lo hacemos, cómo trascendemos, con quién… Y a veces las respuestas nos enfrentan a rigideces (egoísmo, individualismo, frialdad, indiferencia) presentes en nuestra vida, que se contradice con la búsqueda del bien, de la bondad y la verdad.
En este proceso descubrimos que el ser humano es un ser sagrado, porque es manifestación plena de lo trascendente: esto lo constituye como un ser espiritual. Siguiendo a Pagola «Espiritualidad» es una palabra desafortunada. Casi siempre se la vincula con la religión, y para muchos significa algo alejado de la vida real, algo inútil que no se sabe exactamente para qué puede servir. Lo que interesa es lo concreto, lo práctico, lo material, no lo «espiritual».
Sin embargo, el «espíritu» de una persona es algo muy valorado incluso en la sociedad actual, pues indica lo más hondo de su propio ser: sus motivaciones últimas, su ideal, la pasión que lo anima, la mística por la que vive y trabaja, lo que contagia a los demás, lo que esa persona va poniendo en el mundo.
La «espiritualidad» en su sentido más amplio consiste en vivir realmente con espíritu, no de forma inconsciente, automática, vacía. Según sea el «espíritu» que inspira e impregna nuestros proyectos y compromisos, así será nuestra espiritualidad. Se puede vivir con «espíritu franciscano» o con «espíritu capitalista».
La espiritualidad no es patrimonio de las religiones. Cualquier persona que vive con hondura y calidad humana su existencia, vive con una determinada espiritualidad que motiva su vida, inspira su comportamiento y configura sus valores y el horizonte de su ser. Sin embargo, es cierto que la espiritualidad es algo muy propio de la experiencia religiosa. La religión sitúa al ser humano frente al misterio último de su existencia, invita a descubrir el verdadero sentido de la vida y a tomar opciones fundamentales; ¿Cuál es nuestro Dios? ¿Cuál es el centro de nuestra vida? ¿Dónde ponemos nuestra última esperanza?
Como es obvio, la espiritualidad cristiana consiste en seguir a Jesús de manera que su experiencia de Dios y su Espíritu sean los que configuren nuestra vida. Esto es lo que diferencia la espiritualidad cristiana de la budista, la judía o la islámica.
No hay un camino hecho en la espiritualidad. El itinerario espiritual de cada persona es una aventura inédita y original de cada uno. Si queremos vivir una espiritualidad viva y actualizada en nuestro tiempo, tendremos que estar muy atentos y muy abiertos al Espíritu que animó a Jesús.
Hoy día referirse a una espiritualidad viva y actualizada es lo que Alberto Hurtado llama una espiritualidad sana: “es la que se acomoda a las individualidades, y respeta las personalidades. Se adapta a los temperamentos, a las educaciones, culturas, experiencias, medios, estados, circunstancias, generosidades. Toma a cada uno como él es, en plena vida humana, en plena tentación, en pleno trabajo, en pleno deber.”
La espiritualidad salesiana se ha revelado como de gran actualidad en los contextos más diversos. Ha demostrado ya su validez en ambientes de otras tradiciones religiosas, contextos pluriculturales y ambientes secularizados, porque para el carisma salesiano la espiritualidad siempre es sencilla porque es esencial, es popular porque está abierta a todos, es simpática porque está cargada de valores humanos y por eso está especialmente dotada para la acción educativa y evangelizadora.
La Espiritualidad Juvenil Salesiana considera la vida diaria lugar de encuentro con Dios. En la raíz de esta percepción de lo cotidiano y de la valoración positiva de la vida está la fe y la constante comprensión del acontecimiento de la Encarnación: una espiritualidad que se deja guiar por el misterio de Dios que, con su encarnación, muerte y resurrección, afirma su presencia salvadora en toda la realidad humana.
La vida diaria del joven está hecha de compromiso, relación, juego, tensión de crecimiento, vida de familia, desarrollo de las propias capacidades, perspectiva de futuro, exigencias de acción, aspiraciones. Esta realidad hay que asumirla, profundizarla y vivirla a la luz de Dios. Según Don Bosco, para hacerse santo es necesario hacer «bien» lo que se debe hacer: él considera la fidelidad al deber de cada día criterio para verificar la virtud y signo de madurez espiritual. Un realismo práctico centrado en lo cotidiano, el sentido religioso del deber en cada momento de la jornada.
La vida asumida como encuentro con Dios, hace surgir y madurar una convicción: la vida encierra en sí misma una vocación de servicio.
Preguntas para evaluar la significatividad de nuestras prácticas pastorales
Luego de haber reflexionado sobre el tema de la religión y la espiritualidad te invitamos a compartir las siguientes preguntas:
- ¿Cómo promovemos en nuestras prácticas pastorales el desarrollo de la dimensión religiosa y espiritual de los/as jóvenes?
- ¿Cómo acompañamos a los/as jóvenes en su búsqueda de lo trascendente?
- A partir de lo trabajado: ¿Cuáles son los nuevos desafíos que descubrimos en las prácticas pastorales?
- ¿Cómo se vincula nuestra espiritualidad con las realidades sociopolíticas?
Estando ya reunidos le preguntaban:
–Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?
Él les contestó:
–No les toca a ustedes saber los tiempos y circunstancias que el Padre ha fijado con su propia autoridad. Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes, y serán testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaría y hasta el confín del mundo.
Dicho esto, los apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista. Seguían con los ojos fijos en el cielo mientras él se marchaba, cuando dos personas vestidas de blanco se les presentaron y les dijeron:
–Hombres de Galilea, ¿qué hacen ahí mirando al cielo? Este Jesús, que les ha sido quitado y elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir.
Hch, 1, 6-11
Luego de leer los textos se sugiere compartir lo reflexionado descubriendo a Dios en las experiencias cotidianas.