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La humanización de Dios diviniza al ser humano. Este es el gran mensaje para celebrar y experimentar durante el período navideño. A través del Evangelio podemos reflexionar sobre cuatro palabras que nos ayudan a celebrar la Navidad de una manera "cristiana" y dentro de esta perspectiva humanizar y restaurar al ser humano.
La Navidad es bienvenida
Vivimos en una época agitada. Una de las características de este tiempo es la distracción de las cosas simples y bellas de la vida. Por eso, la Navidad nos recuerda que debemos aprender a acoger al otro, a estar atentos a los que están a nuestro lado.
María es modelo de acogida. Escuchó el mensaje del Ángel, acogió en su corazón, y por eso el Verbo se encarnó en su seno. E Aguinaldo 2019 nos invita a acoger y comprender las necesidades de los jóvenes de hoy, y a veces las necesidades de sus padres, o de aquellos con los que estamos en contacto en el ámbito pastoral.
Navidad es dialogar
Una vez más, María es nuestro modelo. No solo escucha al Ángel, sino que le habla. Y en este diálogo descubre cuál es el plan de Dios para ella. Aunque no lo entienda todo, da una respuesta positiva.
El período navideño nos ofrece la oportunidad de salir de casa, de visitar a la gente, de no de encerrarnos en nuestro pequeño mundo. Hay mucha vida a nuestro alrededor. Debemos aprender a hablar y dialogar con los demás sin ofenderlos.
La Navidad es cuidar
Nuestra misión también está vinculada al cuidado de la vida de los niños, los adolescentes y los jóvenes. José es nuestro modelo, porque fue llamado por Dios para cuidar de Jesús. ¡Y cómo se ocupó de él! No escatimó esfuerzos.
No basta con ser padre, hay que estar presente en la vida, abrir los ojos a las necesidades de los demás, acompañar con verdadero interés a la persona, al joven o al adulto que busca y espera de sí mismo, con verdadera empatía, que es lo contrario a la cortesía fría y formal.
La Navidad es un encuentro
Los pastores fueron los primeros en encontrar a Jesús, y son ellos los que nos muestran que el encuentro con Jesús es la mayor alegría que puede ocurrir en la vida de cada uno de nosotros.
Don Bosco decía a sus jóvenes que no debían envidiar a los pastores que iban a Belén a ver al niño Jesús: “Benditos pastores, digamos. Pero no debemos envidiarlos, porque su fortuna es la nuestra también. Jesús mismo, que fue visitado por los pastores en su cueva, se encuentra en el tabernáculo... Y no hay nada más agradable para Él que visitarlo con frecuencia".
Necesitamos encontrarnos con Jesús. Entonces sí, ¡tendremos una feliz Navidad!
Por P. Tarcizio Paulo Odelli, SDB
Tomado de http://www.infoans.org
