La llegada de Don Bosco al Turín de 1841 significa, para el joven sacerdote rural, el descubrimiento de un mundo juvenil insospechado y nuevo en relación con aquel al que estaba acostumbrado desde pequeño: por un lado, hay muchos adolescentes y jóvenes que acuden a la capital del Estado de Saboya en busca de sustento y de un trabajo para el futuro; por otro lado, Don Bosco descubre un rostro de la sociedad más peligroso, más cruel y más duro del que había vivido en I Becchi e incluso en la pequeña ciudad de Chieri.
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Don Bosco se ve catapultado en un mundo nuevo, en el que no faltan los problemas sociales, políticos, económicos y religiosos, en el que está creciendo el anticlericalismo y donde el sentir normal de la gente “noble”, comprendida dentro de la Iglesia, es que los jóvenes no son ni serán jamás aptos para una vida social. La mayor parte de ellos son analfabetos, ignorantes, religiosamente no practicantes, destinados al robo y a los crímenes. Único remedio: «La Generala», es decir, la cárcel para menores.
Don Bosco, gracias también a la guía espiritual y pastoral de Don Cafasso, observa esta situación con ojos nuevos: en los encarcelados ve a posibles honrados ciudadanos; en los jovencitos de la calle, buenos cristianos; en los limpiachimeneas y jóvenes trabajadores, los futuros santos, pilares de la sociedad y de la Iglesia del presente y del futuro.
Esta es la grandeza de la esperanza, que es capaz no solo de amar (como la caridad), sino de amar lo que será mañana; no solo de creer y saber (como la fe), sino de creer y saber el mañana. La mirada de don Bosco está, sobre todo, impregnada de simpatía. Él se mete en la piel de sus jóvenes.
Te mostramos algunos de los lugares más significativos por los que estuvo San Juan Bosco y que hoy son los más reconocidos y visitados.
En esta colina, hoy conocida como Colle Don Bosco, y a la cual Juan Pablo II “bautizó” como la colina de las bienaventuranzas juveniles, en el caserío de I Becchi, en la comuna de Morialdo, perteneciente al municipio Castelnuovo Don Bosco, el 16 de agosto 1815 nació San Juan Bosco. En ese momento, sobre la colina solo había dos granjas: (la de Biglione y la de Graglia) y un caserío. Alrededor, viñas y praderas.
El corazón de la colina es la casita donde creció Juanito Bosco. La familia se había mudado aquí después de la muerte imprevista de papá Francisco (mayo de 1817). Antes, ocupaba habitaciones en la Casa Biglione, propiedad de abogados y escribanos de Chieri. Francisco era medianero y capataz de campo de los Biglione. Habiendo quedado viudo, volvió a casarse con Margarita Occhiena, natural de Capriglio. De su matrimonio nacieron José y Juan. Aquí Dios era “uno de la casa”. La jornada estaba signada por la oración cotidiana y confiada. Se cerraba con el Rosario, que apaciguaba los corazones y los impregnaba de fe en el presente y en el mañana, confiando en la ayuda materna de María, la mamá de Jesús.
A fines de noviembre de 1829, regresando de Buttigliera, Juanito encuentra a Don Calosso. Este queda admirado por la seriedad y por la memoria del adolescente y por su voluntad de hacerse sacerdote. Luego de una charla con Mamá Margarita, Don Calosso comienza a dar clases particulares al muchacho. Después de algunos meses, éste se muda a casa del capellán, y a cambio de mantener limpia la capilla, recibe formación cultural y espiritual.
En este palacio, antiguo convento de la Congregación del Oratorio, fundada por San Felipe Neri, en 1829 fue abierto el tercer seminario mayor de la arquidiócesis de Turín. El arzobispo local, Mons. Columbano Chiaveroti, lo había erigido para acoger y formar con más cuidado a los estudiantes de filosofía y teología cuyo número iba aumentando. Don Bosco vivió en ese lugar durante 6 años, desde el 30 de octubre de 1835 hasta el 10 demayo de 1841. En la planta baja se hallaban la portería y el locutorio, la cocina, el comedor, la capilla externa y algunos salones de clase. El primer piso reunía más aulas, dos dormitorios, el alojamiento del rector y la biblioteca. En el último piso había más dormitorios, las habitaciones de los superiores, y la enfermería.
En el amplio patio interno, un hermoso reloj de sol atrajo la atención del clérigo Bosco y de su amigo Garigliano apenas ingresaron: «Afflictis lentae – celeres gaudentibus horae», es decir «Las horas pasan lento para quienes están tristes; y velozmente para quienes viven con alegria». Este lema fue escogido por ambos como programa de vida.
Siendo seminarista, Juan Bosco frecuentará la catedral de Chieri para las celebraciones y para colaborar en la catequesis dominical de los jóvenes. El 9 de junio de 1841, ya novel sacerdote, junto al altar de la Virgen de las Gracias, celebra su cuarta Misa. En esta iglesia había sido bautizado, el 18 de setiembre de 1735, su abuelo paterno Filippo Antonio Bosco.
“Don Bosco y Mamá Margarita, recorrido a pie el largo camino desde la colina de I Becchi hasta Turín, la tarde del 3 de noviembre de 1846, se establecieron en Casa Pinardi que se levantaba junto al miserable cobertizo, que se había sido convertido, en abril de ese año, en la primera capilla del Oratorio”.
Es el primero, y a menudo olvidado, patio de Valdocco. Se encuentra junto a la Capilla Pinardi. Don Bosco decía: «Al salir de la iglesia proseguía el tiempo libre, durante el cual cada uno se divertía a su gusto. Unos iban a la clase de catecismo; otros, la de canto o lectura; la mayor parte se entretenía saltando, corriendo y disfrutando con distintos juegos y pasatiempos. Las tácticas para los saltos, carreras, juegos de mano o de habilidad, cuerdas y bastones se practicaban bajo mi dirección, puesto que las había aprendido anteriormente de los saltimbanquis. Sólo así podía entretener toda esa multitud”.
«Mi primera Misa -escribirá Don Bosco con sencillez- la celebré en la iglesia de San Francisco de Asís, asistido por Don José Cafasso, mi insigne bienhechor y director. Sabía que me esperaba ansiosamente la gente de mi pueblo, donde hacía muchos años no se celebraba una Primera Misa. Pero quise celebrarla en Turín, sin barullo, en el altar del Ángel Custodio. Puedo decir que es el sueño más hermoso de mi vida. En el memento de los difuntos, recordé a todos mis seres queridos, a mis bienhechores -especialmente a Don Calosso, a quien siempre he considerado como uno de mis grandes bienhechores. Hay una piadosa creencia de que el Señor concede al nuevo sacerdote la gracia que le pide en su Primera Misa. Le pedí ardientemente la eficacia de la palabra, para poder hacer mucho bien a las almas».
Su amigo Don Cafasso, que lo había tomado bajo su protección, era conocido como il prete della forca (el cura de la horca), porque era el capellán de las cárceles. En tal función, cuando alguien era conducido al patíbulo, Don Cafasso subía al carro con él y lo confortaba hasta el lugar del suplicio, el Rondò della Forca (Rotonda de la Horca). Ahí terminaba Turín en aquel tiempo y ahí se ajusticiaba a los condenados a muerte. En una oportunidad, Don Bosco intentó acompañar durante su ejecución a un joven que había conocido en la cárcel, pero apenas vio el cadalso se puso lívido y se desmayó. En esas visitas Juan Bosco sintió más fuerte el llamado a dedicarse a los jóvenes más abandonados.
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LA FAMILIA BOSCO
Los Bosco trabajaban como agricultores en arriendo en dos granjas situadas cerca de Chieri. El primer antepasado de Don Bosco del que se tiene memoria es un personaje, de nombre Juan Bosco, que se casó en la catedral de la ciudad de Chieri en 1627.
Tres generaciones después, los hermanos Juan Francisco Bosco (1699-1763) y Felipe Antonio Bosco (1704-1735) vivían como aparceros en una granja cerca de Chieri. Felipe Antonio Bosco (p) se casó con Cecilia Dassano en 1733, pero murió poco antes del nacimiento de su hijo, que también se llamaba Felipe Antonio Bosco (h). Este último quedó a cargo de su tío y padrino, Juan Francisco Bosco, que en 1751 se trasladó de Chieri a Castelnuovo para hacerse agricultor independiente.
Felipe Antonio Bosco (h) (1735-1802), que será el futuro abuelo de Don Bosco, se casó con Dominica Barroso en Castelnuevo en 1758. Después de que ella murió en 1777, contrajo matrimonio con Margarita Zucca. El cuarto de los seis hijos de este segundo matrimonio, Francisco Luis Bosco, será el padre de Don Bosco.
Los difíciles tiempos y la gran familia forzaron a Felipe Antonio (h) a dejar la pequeña actividad agrícola que había iniciado su tío Juan Francisco en Castelnuovo y buscar una nueva vida.
El abuelo de Don Bosco, Felipe Antonio (h), murió en 1802, pero la familia, a cuyo frente estaba ahora su hijo mayor Pablo (1764-1838), siguió labrando la granja y viviendo en una sección del gran caserío. Poco después, Pablo y los otros hermanos se marcharon de la granja Biglione para trabajar por su cuenta. Se quedó solo Francisco Luis Bosco, padre de Don Bosco, que a los 20 años se encargó de la explotación de la granja.
La propiedad, el caserío y las tierras pertenecían a la familia Biglione. Era administrada por el Sr. Alberto Biglione, que vivía en Turín. La tierra cultivable (viñedos, pastos, campos de siembra) medía 12 hectáreas. La casa, que estaba en lo más alto de la colina I Becchi, era un gran edificio (30 x 7 m) de tres niveles. Tenía un bajo con bodega. La primera planta contenía la cocina y la sala de estar, con un establo contiguo. El segundo piso de la casa tenía varios dormitorios. El tercer piso se usaba para almacén de granos. Los Bosco, como arrendatarios, vivían en una sección de esta casa.
FRANCISCO LUIS BOSCO Y SU FAMILIA
En 1805, a la edad de 21 años, Francisco Luis Bosco se casó con Margarita Cagliero. De este primer matrimonio nacieron Antonio José (2 de febrero de 1808) y Teresa María (16 de febrero de 1810), que murió dos días más tarde. En 1808 la familia Bosco en la granja Biglione estaba compuesta por Francisco Luis (24 años), Margarita Cagliero (24 años), Margarita Zucca (madre de Francisco, 55 años) y Teresa María (hermana de Francisco, 17 años).
Margarita Cagliero murió el 28 de febrero de 1811. Francisco Luis quedó viudo con 27 años y un hijo de 3 años. Ese mismo año conoció a Margarita Occhiena de Capriglio, un pequeño municipio a 3 km de I Becchi, con la que se casó el 6 de junio de 1812. De ese matrimonio nacieron José Luis (17 de abril de 1813) y Juan Melchor, ambos en la granja Biglione (la que está en la foto).