¿Cuáles son las tentaciones de los agentes pastorales? Te proponemos una aproximación y lectura pastoral de la Exhortación del Papa Francisco “La Alegría del Evangelio”, para compartir en grupos de agentes pastorales.
Queremos compartir como comunidad de creyentes en Jesús, con una misión evangelizadora confiada por Él, nuestras vivencias más profundas de esta tarea. Para ello nos valdremos del precioso instrumento elaborado por el Papa Francisco – la exhortación “La Alegría del Evangelio” –, que ayuda a escudriñar e iluminar nuestras prácticas y nuestras motivaciones.
Comenzaremos rezando con una canción y un trozo del Evangelio, que mantendremos a lo largo de los distintos encuentros que tengamos: El Dios de la vida
Mateo 28, 18 – 20: Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo
Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, entonces, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo».
Preguntémonos ahora por nuestras experiencias y motivaciones.
Hagamos una lista de nuestras experiencias y tareas pastorales, en orden cronológico, anotando al costado de cada una de ellas tres cosas: lo que más me gustaba, lo que me motivaba hacerlo y lo que me desmotivaba de esa tarea.
Como ejemplo:
Experiencia: Catequesis de niños
Lo que más gustaba: la alegría de los encuentros
Lo que me motivaba: dar a conocer a Jesús
Lo que me desmotivaba: poca perseverancia
Cuando tengamos completa esta lista dedicaremos un tiempo a analizarla y ordenarla según las motivaciones.
Es decir, miremos las columnas de motivaciones y desmotivaciones. ¿Se mantienen?
¿Han cambiado?
¿Qué peculiaridades encuentro?
Sí al desafío de una espiritualidad misionera
78. Hoy se puede advertir en muchos agentes pastorales, incluso en personas consagradas, una preocupación exacerbada por los espacios personales de autonomía y de distensión, que lleva a vivir las tareas como un mero apéndice de la vida, como si no fueran parte de la propia identidad. Al mismo tiempo, la vida espiritual se confunde con algunos momentos religiosos que brindan cierto alivio pero que no alimentan el encuentro con los demás, el compromiso en el mundo, la pasión evangelizadora. Así, pueden advertirse en muchos agentes evangelizadores, aunque oren, una acentuación del individualismo, una crisis de identidad y una caída del fervor. Son tres males que se alimentan entre sí.
79. La cultura mediática y algunos ambientes intelectuales a veces transmiten una marcada desconfianza hacia el mensaje de la Iglesia y un cierto desencanto. Como consecuencia, aunque recen, muchos agentes pastorales desarrollan una especie de complejo de inferioridad que les lleva a relativizar u ocultar su identidad cristiana y sus convicciones. Se produce entonces un círculo vicioso, porque así no son felices con lo que son y con lo que hacen, no se sienten identificados con su misión evangelizadora, y esto debilita la entrega. Terminan ahogando su alegría misionera en una especie de obsesión por ser como todos y por tener lo que poseen los demás. Así, las tareas evangelizadoras se vuelven forzadas y se dedican a ellas pocos esfuerzos y un tiempo muy limitado.
80. Se desarrolla en los agentes pastorales, más allá del estilo espiritual o la línea de pensamiento que puedan tener, un relativismo todavía más peligroso que el doctrinal. Tiene que ver con las opciones más profundas y sinceras que determinan una forma de vida. Este relativismo práctico es actuar como si Dios no existiera, decidir como si los pobres no existieran, soñar como si los demás no existieran, trabajar como si quienes no recibieron el anuncio no existieran. Llama la atención que aun quienes aparentemente poseen sólidas convicciones doctrinales y espirituales suelen caer en un estilo de vida que los lleva a aferrarse a seguridades económicas, o a espacios de poder y de gloria humana que se procuran por cualquier medio, en lugar de dar la vida por los demás en la misión. ¡No nos dejemos robar el entusiasmo misionero!
Papa Francisco
Una vez leído el texto (en forma personal), compartimos resonancias y se proponen estas preguntas (no es necesario responder una por una, sino que motiven el diálogo)::
En grupos de a tres o cuatro
• ¿Estoy de acuerdo y percibo que estas tentaciones se viven en los agentes pastorales?
• ¿Cuáles de estas tentaciones descubro que han calado más hondo en mí?
• ¿Qué puedo hacer yo y qué preciso “de afuera” para combatir estas tentaciones?
Finalizado este momento de compartir acerca del texto, volvemos a la lista de actividades y motivaciones, planteándonos si, después de la lectura anterior, encontramos otras tentaciones o respuestas a cómo “combatirlas”.
¿Qué es lo que más te motiva en este momento a seguir adelante con tus tareas pastorales?
Quedémonos con esta gran motivación, la anotamos en un papel preparado para ello, y en el momento de la oración lo presentamos al Señor que nos da la fuerza de su Espíritu para ayudarnos a vencer nuestras tentaciones.
Plenario:
Leemos nuevamente el Evangelio del comienzo y, al escuchar la canción Recibe la fuerza (canción de la JMJ 2008), iremos colocando las hojas con nuestras motivaciones al pie de algunas velas encendidas.