Desde que empezó a regir la emergencia sanitaria por los efectos del Coronavirus y la recomendación de quedarnos en casa para cuidarnos y cuidar a los demás, estamos cambiando muchos de nuestros hábitos y rutinas para poder continuar con nuestras actividades y responsabilidades de la mejor manera posible: videollamadas, emails, WhatsApp que se multiplican, tareas a distancia, teletrabajo, etc.
Por otro lado, se ha puesto sobre la mesa (y hasta más que otras veces) que la solidaridad hoy es imprescindible, impostergable. En primer lugar, ser solidarios para prevenir a los otros de posibles contagios. Solidarios para estar “cerca” de los que están teniendo dificultades en su actividad laboral, por los que empiezan a pasar hambre u otras necesidades a consecuencia de la propagación del virus. La solidaridad es la bandera que más y mejor flamea en este tiempo, ¡y qué bueno que así sea!
Pero en estos días, hay sobre todo una pregunta que me da vueltas y vueltas en la cabeza, y que tiene que ver con mi ser animador/educador salesiano, y quizás es una pregunta que a ti también se te haya cruzado en algún momento:
Podemos encarar este tiempo, tanto a nivel personal como en el grupo de animación, de dos maneras: aprovechando a “descansar” de nuestros animandos y compañeros de animación, o buscando creativamente la manera de seguir cerca de ellos, desde casa.
Esto me pone bastante inquieto y me ha hecho preguntarme qué tan en el centro de mi vida, de mis desvelos, de mis afectos están los gurises con los que comparto mi actividad en el oratorio, en el grupo juvenil, en la Parroquia, el grupo de reflexión.
Les comparto una imagen que me está ayudando a, justamente, seguir siendo animador en esta cuarentena y no tomarme “vacaciones” ni de ellas y ni de ellos.
Es la imagen del Buen Pastor: aquel que deja las noventa y nueve y va en busca de la que está perdida. Obviamente no pienso en salir a buscar a nadie (literalmente hablando), porque si lo hago, en verdad no estoy cuidándolos ni a ellos ni a mí. Pero te invito a pensar:
¿Cómo desde casa puedo seguir atento a las necesidades de los gurises de mi apostolado, de mi grupo, de los que comparto habitualmente?
¿Sigo estando pendiente de lo que viven, y más aún ahora en las circunstancias que estamos viviendo?
¿Intercambio con mis compañeros y compañeras de animación cómo hacer para no desaparecer de la vida de nuestros gurises?
Para terminar, tómate un ratito hoy para rezar por ellos. Es la primera acción concreta que te sugiero para no tomarte vacaciones de la animación.
Enciende una vela, haz silencio, ponte en presencia de Dios.
Nombra a esos chicos y chicas, a tus compañeros de animación, y pídele a Dios que los acompañe en este tiempo de estar en casa.
Hno. Juan Manuel Fernández sdb
Equipo de MAUXI