Yo siempre me consideré católica, crecí en un colegio salesiano, sin embargo yo era consciente que mi afinidad a la religión católica era más por un tema de tradición familiar. Siempre busqué un encuentro personal con Dios, como sentí que no lo lograba, me alejé poco a poco de las prácticas religiosas, dejé de orar, deje de asistir a Misa, dejé los grupos juveniles. Tenía más de 4 años alejada, pero poco a poco empecé a notar en mí un vacío inexplicable, no tenía nada que ver con temas relacionados a autorrealizacion, pues sentía que en lo laboral y en lo académico yo estaba más que feliz, pero me hacía falta ALGO.
Empecé a buscar grupos juveniles y en una charla, alguien me preguntó que porque no volvía a buscar a los salesianos, busqué en las redes sociales y lo primero que vi, fue que había un retiro del triduo pascual. Me anoté sin pensarlo, quería una semana santa diferente, no quería irme a la playa, pues tenía una necesidad de un encuentro profundo con Dios. Algo de lo que estoy completamente convencida es que Dios no juega a los dados, nada es casualidad, yo puedo asegurar que me sentí amada por Dios como nunca lo sentí y ese vacío que sentía, desapareció instantáneamente. Me di cuenta en este retiro que Dios siempre me habló, pero mi cabeza estaba tan llena de ruidos que no me dejaban escucharlo ni sentirlo. Me di cuenta que Dios está en lo sencillo, en el día a día, en las sonrisas, en los desconocidos y conocidos; algo que no quiero, es volver a alejarme de Él.