Esta ficha de trabajo es parte del cuaderno de formación de SEPSUR (Secretariad Pastoral del Sur) que se propone a los agentes pastorales de todas las casas salesianas.
El objetivo general del cuaderno y de estas fichas es ayudar a redescubrir la "significatividad de la actual praxis pastoral, a partir de la revisión de enfoques y metodologías desde una perspectiva socio-política y carismática".
Reflexionar sobre los modelos eclesiológicos presentes en nuestra acción pastoral para revisar nuestras propuestas desde la identidad misionera y en salida de la Iglesia.
Te invitamos a descubrir en los personajes que presenta el video algunas situaciones que nos ayudarán a reflexionar.
Fragmento 1:
Don Bosco jugando con los jóvenes en la residencia sacerdotal y los demás curas miran con indiferencia: ;
y el diálogo de Don Bosco con Cafasso y Gastaldi: http://www.peliculasreligiosas.com/2012/12/don-bosco.html, del minuto 40:30 al 42:00
Fragmento 2:
Donde Francisco de Asis busca otra manera de vivir:
Luego de haber visto los fragmentos se abre un espacio de diálogo a partir de las siguientes consignas:
• ¿Qué te llama la atención de estas escenas?
• ¿Qué modelo de Iglesia se manifiesta en las escenas?
• ¿Qué me interpela de la opción que encarnan Don Bosco y Francisco de Asís? (u otro tetsimonio elegido).
Después de haber visto las escenas y reflexionado sobre la experiencia de Don Bosco y Francisco de Asís, (u otro testimonio elegido) te invitamos a contemplar esta situación hoy, en nuestra acción pastoral:
• ¿En qué ocasiones se da hoy en la Iglesia situaciones de este tipo?
• Te invitamos a narrar experiencias personales y comunitarias donde reproducimos estos modos de ser Iglesia completando el siguiente cuadro:
“La salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia. En esta línea, los Obispos latinoamericanos afirmaron que ya «no podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos y que hace falta pasar «de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera”
EG 15
En nuestras comunidades nos encontramos con concepciones de Iglesia que generan tensiones entre expresiones de una Iglesia cerrada, esperando “que vengan”, intimista, segura… y una Iglesia que sale al encuentro, abierta, atenta a las diversas realidades de marginalidad, empobrecimiento, vulnerabilidad, en consonancia con la motivación de Don Bosco y Madre Mazzarello, de ir a las periferias, de ir al encuentro de los jóvenes. Esta tensión paradojal se puede encontrar en nuestras comunidades. Dicho de otra manera deseamos que nuestra acción pastoral tenga este movimiento:
• De una comunidad rígida y centrada en sí misma a una comunidad flexible y con criterios al servicio de la vida;El Concilio Vaticano II expresa con claridad el lugar del Carisma en la Iglesia siempre impulsada por el Espíritu Santo que la guía y provee con sus dones jerárquicos y carismáticos. En el número 4 de la Constitución Dogmática sobre la Iglesia LUMEN GENTIUM expresa con belleza cómo se da esta complementariedad entre el carisma y la institución:
“…El Espíritu habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo (cf. 1 Co 3,16; 6,19), y en ellos ora y da testimonio de su adopción como hijos (cf. Ga 4,6; Rm 8,15-16 y 26). Guía la Iglesia a toda la verdad (cf. Jn 16, 13), la unifica en comunión y ministerio, la provee y gobierna con diversos dones jerárquicos y carismáticos y la embellece con sus frutos (cf. Ef 4,11-12; 1 Co 12,4; Ga 5,22). Con la fuerza del Evangelio rejuvenece la Iglesia, la renueva incesantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo. En efecto, el Espíritu y la Esposa dicen al Señor Jesús: ¡Ven! (cf. Ap 22,17)”
(LG 4)
La Iglesia en cuanto institución busca ante todo garantizar el depósito de la fe y su transmisión íntegra, y en cuanto carisma da vida a nuevas experiencias y nuevas interpretaciones vitales del misterio de Cristo, para hacerlo comprensible a los hombres y mujeres de cada época, ayudando a la Iglesia a responder a los desafíos que la interpelan.
“…el mismo Espíritu Santo no sólo santifica y dirige el Pueblo de Dios mediante los sacramentos y los misterios y le adorna con virtudes, sino que también distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier condición, distribuyendo a cada uno según quiere (1 Co 12,11) sus dones, con los que les hace aptos y prontos para ejercer las diversas obras y deberes que sean útiles para la renovación y la mayor edificación de la Iglesia, según aquellas palabras: «A cada uno... se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad» (1 Co 12,7). Estos carismas… son muy adecuados y útiles a las necesidades de la Iglesia” (LG 12)El Concilio Vaticano II aportó al camino de la Iglesia la necesidad de revalorizar el carisma como signo de la presencia actuante del Espíritu que hace nuevas todas las cosas, por lo tanto Institución, es entendida como estructura que nos permite caminar como Iglesia en este mundo para el servicio de la humanidad siendo fieles al Evangelio.
El Papa Francisco es un testimonio vivo de este camino de renovación eclesial, de este proceso de dejar paso a que el carisma reavive la Institución eclesial. El encuentro que el Papa tuvo con el Comité de coordinación del CELAM en Brasil en julio de 2013 nos presenta su mirada sobre esta realidad:
• La Iglesia es institución pero cuando se erige en "centro" se funcionaliza y poco a poco se transforma en una ONG. Entonces, la Iglesia pretende tener luz propia y deja de ser ese "misterium lunae" del que nos hablaban los Santos Padres. Se vuelve cada vez más autorreferencial y se debilita su necesidad de ser misionera. De "Institución" se transforma en "Obra". Deja de ser Esposa para terminar siendo Administradora; de Servidora se transforma en "Controladora". Aparecida quiere una Iglesia Esposa, Madre, Servidora, facilitadora de la fe y no controladora de la fe.
• En Aparecida se dan de manera relevante dos categorías pastorales que surgen de la misma originalidad del Evangelio y también pueden servirnos de pauta para evaluar el modo como vivimos eclesialmente el discipulado misionero: la cercanía y el encuentro. Ninguna de las dos es nueva, sino que conforman la manera cómo se reveló Dios en la historia. Es el "Dios cercano" a su pueblo, cercanía que llega al máximo al encarnarse.
• Es el Dios que sale al encuentro de su pueblo. Existen en América Latina pastorales "lejanas", pastorales disciplinarias que privilegian los principios, las conductas, los procedimientos organizativos… por supuesto sin cercanía, sin ternura, sin caricia. Se ignora la "revolución de la ternura" que provocó la encarnación.
• Hay pastorales planteadas con tal dosis de distancia que son incapaces de lograr el encuentro: encuentro con Jesucristo, encuentro con los hermanos. Este tipo de pastorales a lo más, pueden prometer una dimensión de proselitismo pero nunca llegan a lograr ni inserción eclesial ni pertenencia eclesial. La cercanía crea comunión y pertenencia, da lugar al encuentro. La cercanía toma forma de diálogo y crea una cultura del encuentro.
En la Exhortación Apostólica EVANGELII GAUDIUM se nos invita a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría y nos indica caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años:
• Una Iglesia en salida (20-21. 38)
Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio (n. 20)
• Primerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar.
El Señor se involucra e involucra a los suyos, poniéndose de rodillas ante los demás para lavarlos. La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Los evangelizadores tienen así «olor a oveja» y éstas escuchan su voz. Luego, la comunidad evangelizadora se dispone a «acompañar» (n. 24)
• Pastoral en conversión (25-26).
Hay estructuras eclesiales que pueden llegar a condicionar un dinamismo evangelizador; igualmente las buenas estructuras sirven cuando hay una vida que las anima, las sostiene y las juzga. Sin vida nueva y auténtico espíritu evangélico, sin «fidelidad de la Iglesia a la propia vocación», cualquier estructura nueva se corrompe en poco tiempo (n. 26).
• Una impostergable renovación eclesial (27-33).
Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación (n. 27).
• Unidos a Dios escuchamos un clamor (186-191)
Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo (n. 187).
El análisis de nuestras experiencias nos lleva necesariamente a vislumbrar los desafíos que se nos presentan en nuestros tiempos. Nos inspiramos en nuestros fundadores, quienes supieron dejarse llevar por el Espíritu para discernir y contemplar los acontecimientos y las personas que se les iban cruzando en sus caminos, estando dispuestos a dejarse llevar por el mandato del amor al prójimo en el rostro de los niños, niñas y jóvenes que fueron la razón de sus desvelos y preocupaciones pastorales. La significatividad de nuestro carisma se nos presenta como desafío y compromiso cotidiano, en tanto don y misión, que se hace realidad en el encuentro con el otro, en los vínculos que establecemos, en las propuestas pastorales y educativas que hacemos.
El Papa Francisco nos recuerda que Don Bosco nos enseña, ante todo, a no quedarnos mirando, sino a ponernos en primera línea, para ofrecer a los jóvenes una experiencia educativa integral . Como miembros de la gran Familia Salesiana estamos llamados a reavivar la creatividad carismática dentro y más allá de nuestras instituciones, para estar cada vez más cerca de los caminos que recorren nuestros jóvenes, teniendo una particular presencia y preferencia con los que transitan por los márgenes y las periferias de la vida .
Estamos invitados a salirnos de las seguridades y comodidades de nuestras estructuras, para no quedarnos encerrados en una Iglesia lejana y fugitiva de la realidad. Compartimos el sueño de ser comunidades abiertas y acogedoras: espacios de Evangelio en las cuales Jesús está en el centro; donde con los jóvenes podamos vivir el espíritu de familia típico de Valdocco y Mornese .
Nuestra misión carismática como salesianos y salesianas es la presencia encarnada en las diferentes realidades de jóvenes, en particular con aquellos que están sufriendo las problemáticas de vivir en los márgenes de la sociedad, como las adicciones, la trata, la desocupación, el consumismo, las diversas formas de violencia, las injusticias, y todas aquellas situaciones que lastiman la dignidad. Son en estos lugares donde el Espíritu nos impulsa y nos anima a estar presentes. Queremos ser una Congregación de pobres para los pobres. Como Don Bosco y María Mazzarello, creemos que esta es nuestra forma de vivir radicalmente el Evangelio, para estar más disponibles y prestos para reconocer las necesidades de los jóvenes, realizando en nuestras vidas un verdadero éxodo hacia los más necesitados . Esta es nuestra misión en la Iglesia, y el lugar de nuestra encarnación, en las realidades concretas de tantos niños, niñas y jóvenes.
Preguntas para evaluar la significatividad de nuestras prácticas pastorales
Luego de haber reflexionado sobre el tema de la Iglesia, institución y carisma te invitamos a compartir las siguientes preguntas:
1. Retomemos las tensiones presentes en la propia comunidad, agregando alguna más si fuera necesario.
2. A la luz de la reflexión anterior, ¿qué pasos podemos dar en nuestra comunidad a partir de nuestras tensiones?
3. A la luz de la reflexión, ¿a qué me desafía personalmente?
Estando ya reunidos le preguntaban:
–Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?
Él les contestó:
–No les toca a ustedes saber los tiempos y circunstancias que el Padre ha fijado con su propia autoridad. Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes, y serán testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaría y hasta el confín del mundo.
Dicho esto, los apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista. Seguían con los ojos fijos en el cielo mientras él se marchaba, cuando dos personas vestidas de blanco se les presentaron y les dijeron:
–Hombres de Galilea, ¿qué hacen ahí mirando al cielo? Este Jesús, que les ha sido quitado y elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó:
«Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!»
Pero Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». «Di, Maestro!, respondió él.
«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos amará más?». Simón contestó: «Pienso que aquel a quien perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado bien».
Y volviéndose hacia la mujer, dijo de Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor».
Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados». Los invitados pensaron: «¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?».
Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».
Lucas 7,36-50
Luego de leer el evangelio se sugiere compartir lo reflexionado descubriendo a Dios en las experiencias cotidianas.
Encuentro y cercanía...
Para dar pasos en esta renovación eclesial el Papa nos recuerda que existen dos categorías pastorales en el Documento de Aparecida que surgen de la misma originalidad del Evangelio y también pueden servirnos de pauta para evaluar el modo como vivimos eclesialmente el discipulado misionero: la cercanía y el encuentro. Ninguna de las dos es nueva, sino que conforman la manera cómo se reveló Dios en la historia. Es el "Dios cercano" a su pueblo, cercanía que llega al máximo al encarnarse.
- Ambientar el lugar de la celebración poniendo en un lugar visible un afiche que tenga escrito en el centro estas palabras: CERCANÍA/ENCUENTRO.
(Dejar lugar a los costados para que los participantes puedan escribir alrededor)
- ¿En qué situaciones de nuestra comunidad es necesario asumir estas categorías?
Escribir alrededor de las palabras esas situaciones.