Nos enfrentamos hoy a un problema muy grave que afecta a gran parte de la humanidad. Los millones de pobres que pueblan la tierra los está empobreciendo nuestro afán incontrolado de bienestar. Se impone sin excusa ni demoras una actitud responsable y algo más que un propósito de austeridad. Uno de los pilares de la Cuaresma, el ayuno, puede entenderse como el despojarse de todo aquello que es superfluo, innecesario para vivir bien. ¿Cuál es nuestra situación personal y familiar?
(silencio)Comenzamos cantando para luego rezar juntos con la oración propuesta.
Queremos estar atentos a lo que Dios Padre nos dice...
Escuchamos su Palabra respondiendo con nuestro silencio, nuestro canto, nuestra oración.
Mientras iban de camino, uno le dijo a Jesús:
–Te seguiré adonde vayas.
Jesús le contestó:
–Las zorras tienen madrigueras, las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
Lucas 9, 57-58
Se propone un tiempo para compartir lo que nos ha dejado la Palabra, lo que nos invita a rezar y contemplar. Algunos puntos de reflexión (que más que leerse pueden servir al animador para motivar el compartir):
1. Confiar en que las riquezas darán la felicidad, es la mayor insensatez. La riqueza puede esclavizar hasta límites increíbles. En la medida que somos más capaces de satisfacer necesidades, nos creamos un mayor número de nuevas necesidades.
2. Hemos de elegir entre una vida humana plena y una vida repleta de sensaciones, pero vacía de humanidad. Me debo ocupar de las necesidades materiales; pero mi preocupación debe ser el desplegar mi humanidad.
3. También puede ayudar este cuento:
El rico industrial del Norte se horrorizó cuando vio a un pescador del Sur tranquilamente recostado contra su barca y fumando en pipa.
- “¿Por qué no has salido a pescar?”, le pregunto el industrial.
- “Porque ya he pescado bastante hoy”, le respondió el pescador.
- “¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas?”, insistió el industrial.
- “¿Y qué iba a hacer con ello?”, preguntó a su vez el pescador.
- “Ganarías más dinero”, fue la respuesta. “De ese modo podrías poner un motor a tu barca. Entonces podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nylon, con las que obtendrías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas… y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico, como yo”.
- “¿Y qué haría entonces?”, preguntó de nuevo el pescador.
- “Podías sentarte y disfrutar de la vida”, respondió el industrial.
- “¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento?”, respondió el satisfecho pescador.
Anthony de Mello S.J.
4. Dejemos tiempo de ecos, acción de gracias y súplicas.
(silencio)
Todos: Tú eres la Palabra y la Vida
Pero no me satisfacen,Todos: Tú eres la Palabra y la Vida
En este mar de palabras,Todos: Tú eres la Palabra y la Vida